Un lio

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Me levanté refufuñando y baje a cenar. El ambiente entre los adultos y los jóvenes no era cómodo.  Por primera vez en ésta casa la cena era en silencio. Al terminar la cena Ken, Logan y Katherine se fueron, cuando iba hacer lo mismo mi madre me detuvo. Los miro seriamente ambos tenían el ceño fruncido.

-Dime que he hecho mal para que te comportes así.- en la voz de mi madre se escuchaba el dolor.

-No has hecho nada... - dije con algo de duda en mi ser.

-Señorita, su madre y yo hemos estado hablando de su comportamiento y hemos decidido que lo mejor es que... te cambiemos de escuela.

-Muy bien, a cuál sería?- trato de ser la chica buena que se deja llevar por su madre y padrastro.

-Un colegio, las monjas serán tus maestras a ver si enderezas tus caminos.- dijo mi madre seriamente y yo reí.

-O sea... un convento? No inventen, eso no es para mi. Que buena broma.

-No es una broma señorita. Es toda la verdad.

Los miro incrédula por unos minutos antes de salir corriendo de la casa. Yo? En un convento? No inventen. No sabia donde ir, mi amiga era mi vecina y ahí me encontrarían muy rápido.  Max ya no me habla, Harry es un maldito y solo llegué al lugar que menos había pensado. La estación de policía. Entre y todos me miraron, busqué al oficial Parker lo más seguro, con tan sólo verme, me entra tras las rejas.

-Jovencita... qué haces aquí?- me mira sorprendido y le estiro mis manos para que me espoce.

-Solo esposame y no me deje salir por el resto de mi vida.- susurro y luego lo escucho reír.

-Jovencita, eso no es así. Que hizo ésta vez?- lo miro y no se me ocurre nada. Miro la hora y luego a él.

-Rompí el toque de queda. Son más de las nueve y sigo en la calle.- lo miro.

-Pero estás en un buen lugar. Solo hay que llamar a tu madre.- abro mis ojos y salgo corriendo de nuevo. Un policía trata de detenerme pero me safé y seguí. Llegué al parque, sin aliento casi, hacía frío y estaba oscuro.

-Qué hacés aquí? - miro alarmada y era una mujer con un traje corto y rojo, que estaba fumando.

-No le importa, a nadie le importa.- digo abrazandome yo misma.

-Es cierto... y entiendo.- sonríe y se me acerca.- ten, prueba esto, te ayudará a sentir mejor y a olvidar.

-Ya he fumado y no ayuda a nada.

-Nunca has fumado esto...- ríe la chica.- no es un cigarro normal.- me lo ofrece y lo tomo mirándola. Le doy una calada, luego dos y sigo. Siento como mi cuerpo se siente relajado y la mujer ríe. - Qué tal? Verdad que te relajó.- río con ella.

-Sí, esto es genial.- sigo fumando lo.

-Te regalaré tres y... si luego quieres más, ven a buscarme aquí cariño.- la mujer besó mi frente y desapareció. 

Me quedé ahí, fumando lo que quedaba del cigarro y guardé los otros. No se cuanto tiempo estuve ahí mirando el cielo y riendo sola pero sentí como alguien me jaló.

-Alex!- reí al ver la cara de Logan.- que te sucede? Por qué te ríes? - me mira y luego me huele - has estado fumando algo?

-Nada que ver- río feliz.- Qué haces aquí? - me alejo y miro el cielo riendo.- quiero llegar hasta allá.- señalo la luna.

-Estás drogada!- le cubro la boca y río.

-Callate idiota. Estoy mejor que nunca, bailaré por la eternidad.- paso por su lado como si estuviera bailando.

-Alex, tienes que volver. Tu madre esta preocupada al igual que mi padre.

-Claro que no, ellos no me quieren.- me acerco a él.- solo quieren salir de mi. Me quieren enviar a un convento.- río- puedes creerlo?

-Sí, fui yo quien dió la idea.- reí de nuevo y caminé hasta los árboles.- Alex? - me sigue y cuando estoy lo suficientemente adentro me giro para mirarlo.

-Me quieres enviar a un convento?- muerdo mi labio viendo su cuerpo.- seguro?- veo como se acerca.

-Sí, es que me vuelves loco.- niega y se corrige.- nos vuelves locos. Tienes que parar ya Alex, estás muy rebelde.

-Me gusta ser rebelde.- comienzo a desabrochar mi camisa de botones y camino hasta él.- se que quieres tocar... hazlo, no es pecado, eres hombre y yo mujer.- miro sus ojos que miran mis pechos.

-Alex no...- no lo dejo terminar y lo beso. Sus manos viajan hasta mi cintura sin pensarlo.- Esto está mal.- dice sobre mis labios.

-Todo está mal en este mundo.

-No puedo.- me aleja.

-Por favor.- hago puchero.

-Estás drogada Alex.

-No me importa. Ayudame a saciar lo que mi cuerpo pide por alguna extraña razón.- lo acerco de nuevo a mi y esta vez no protesta.

-Solo te enseñaré una manera de hacer esto para cuando tu cuerpo te lo vuelva a pedir no busques a nadie ni si quiera a mi.

Me pegó a un árbol y comenzó a tocarme. Levantó mi falda y vió mis braguitas, sonreí y mordía mi labio. Él volvió a besarme y sus dedos traviesos se colaron por mis braguitas para comenzar a tocarme en mi zona V.

Gemidos salían de mi boca sobre los labios de él y su otra mano traviesa terminó en mi pecho. Mis manos estaban en su cabello, enredadas y dando pequeños jalones. Escuchamos a policías caminando y Logan calló mis gemidos con un beso. Dejó de tocarme cuando se sentían cerca los pasos del policía pero mi cuerpo pedía más y moví mis caderas haciendo que los dedos de Logan entrasen en mi por primera vez. Cerré mis ojos mordiendo mis labios muerta de placer y algo de dolor en mi zona. Hice que Logan se alejara de mi y veo como me mira confundido.

-Creo que ya termino la diversión.- estaba aterrizando de mi viaje creo.

-De que hablas? Después que me calientas te alejas?- ríe.- Bien, volvamos a casa.

-No volveré a ese lugar.- me doy la vuelta y me acomodo la ropa.

-Si lo harás. - me toma como un costal y comienzo a patalear.

-Sueltame! - veo al policía a lo lejos y comienzo a gritar más fuerte. Logan me baja y me planta contra un árbol besandome para callarme. El policía no nos vio por todos los árboles. Cuando ya estaba muy lejos Logan me soltó.

-Eres una maldita inmadura.- reí por lo que dijo.- Mierda aún estás drogada, no se que hacer contigo.

-Escondeme por un tiempo.- hago puchero.- no quiero ir a un convento y no creo que tu me quieras enviar a uno.

-Claro que te quiero enviar.

-Tus acciones hace un minuto decían todo lo contrario.- le susurro al oído.

-Eso solo fue para disfrutar... soy hombre.- lo veo sonreír y hago que no me importa.

-Solo serán unos días.- muerdo mi labio.

-Bien, te llevaré a un motel. Ahí harás lo que quieras.

Nos montamos en su auto y él condujo tranquilamente todo el camino. A mitad de camino me dio frío y él me dió una chaqueta. No sé en qué momento me dormí.

Cambiar yo? Never!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora