ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 𝕀𝕀: Código rosa.

353 33 33
                                    

𝔼𝕤𝕔𝕣𝕚𝕥𝕠 𝕡𝕠𝕣 𝕞í

El crepúsculo comenzaba a pintar el cielo con tonalidades doradas y rosadas mientras el reloj se acercaba sigilosamente a las seis de la tarde

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El crepúsculo comenzaba a pintar el cielo con tonalidades doradas y rosadas mientras el reloj se acercaba sigilosamente a las seis de la tarde. Techno aún se encontraba lejos de casa, recorriendo el camino que lo llevaba de regreso. Sin embargo, la travesía parecía ardua y lenta, su mente estaba rodeada por la imagen de aquel joven. Había algo en él que lo había cautivado desde el momento en que sus miradas se cruzaron en aquella encantadora florería. Su corazón latía desbocado, impulsado por la emoción que lo embargaba.

Los ojos del joven eran como luceros brillantes que iluminaban el firmamento nocturno, dejando una huella indeleble en la mente de Techno. Eran las constelaciones más exquisitas y magníficas que jamás había contemplado. Soñaba con volver a ver esa sonrisa, oculta detrás de aquel barbijo blanco que enmarcaba su rostro. Estaba seguro de que sería la manifestación suprema de la belleza, una obra maestra que conmovía su alma. Y sus pecas, delicadas y sutiles, eran como estrellas fugaces que adornaban el rostro del joven, permitiéndole vislumbrar una pequeña porción de su encanto. Cada una de ellas podría ser contada una y otra vez, sin que el se fatigara, ya que su singularidad y encanto parecían inagotables.

Mientras avanzaba, envuelto en una danza de pasos, se sentía transportado por el aire mismo, ignorando por completo el gélido viento del invierno. Era como si un fuego interno lo resguardara y le brindara un abrazo reconfortante. Sus manos, sin darse cuenta, aferraron con suavidad el ramo que había creado, sosteniéndolo cerca de su pecho como un tesoro invaluable. Un delicado perfume, impregnado de amor y dulzura, inundó sus sentidos, mientras su mente se perdía en pensamientos que giraban en torno a él: Dream.

“Qué nombre tan hermoso”, pensaba extasiado, mientras dejaba que las letras acariciaran su mente como una melodía embriagante. Efectivamente, aquel chico era un sueño hecho realidad. Era la encarnación de lo más sublime, una visión que se repetía una y otra vez en su mente, como un antiguo disco de vinilo con una melodía hipnotizante, como un cuadro en constante movimiento. La visión de su figura imponente, enmarcada por los ventanales blancos que permitían el paso de la suave luz del atardecer, se presentaba como un escenario de ensueño. Cada detalle de su ser irradiaba un brillo armonioso, sublime, eclipsando incluso al propio sol.

Dios mío, ¿qué le estaba sucediendo? No podía comprender cómo ese hombre tenía la capacidad de atraparlo por completo. Se encontraba desconcertado, confundido, con tan solo una mirada había logrado trastocar su mundo por completo. Sin embargo, no podía permitirse seguir divagando en esos pensamientos, pues advirtió que el tiempo se escapaba rápidamente y los minutos hasta las seis estaban contados. Entonces, sin dudarlo, comenzó a correr con todas sus fuerzas por el camino que había grabado en su memoria, manteniendo el ramo con sumo cuidado, temeroso de lastimar las flores que llevaban consigo el mensaje de su amor. Ya no solo por el hecho de que era importante para su hermano, también porque lo había preparado las manos de un ángel.

𝕃𝕝𝕦𝕧𝕚𝕒 𝕕𝕖 𝕞𝕖𝕥𝕖𝕠𝕣𝕚𝕥𝕠𝕤 (𝔻𝕟𝔹) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora