Capitulo 4

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Este capitulo es un poco largo, porque no me aguantaba las ganas de estar en parte, ademas para recompensar los capitulos que debo, este es parte del capitulo 2 y del 3, el proximo sera el cap 4, que rapido se avanza.

...

-La estancia está llena de sillas -indicó con la mano.

-Quiero decir cerca de su cuerpo.

-La del escritorio yacía a su lado -respondió ella.

¿Había alguna otra cosa insólita en el modo en que lo encontrasteis? -preguntó él.

-Se había encerrado aquí -reconoció--. Como dije antes, hoyo y Forbes tuvieron

que romper la ventana. Aún estamos esperando que vengan a arreglarla. -Señaló la

parte que habían tapado con una madera.

-Pero, ¿no había ninguna nota? -Kagome negó con la cabeza-. El tío Bankotsu y yo

haremos lo que podamos -le aseguró-. Sin embargo, la silla y la puerta cerrada por

dentro dan a entender que fue un suicidio.

-Mi padre no se suicidó -insistió con ojos centelleantes.

-El tío Bankotsu le envió un mensaje al príncipe Adolfo solicitando su ayuda -

manifestó Inuyasha soslayando su exabrupto-. Sabremos en qué situación se encuentran

las propiedades de los Higurashi en unos días.

-Os estoy muy agradecida -repuso con más calma. Luego, con voz teñida de dudas,

preguntó-. Vos no creeríais que mi padre se suicidó, ¿verdad?

-Todo lo que decís apunta a una cosa -Decidió ser sincero- la muerte de vuestro

padre no fue accidental.

-, ¿Qué queréis decir con eso?

-Solo el tiempo nos dará las respuestas que buscamos, princesa.

-No soy ninguna princesa. -Sonrió con labios trémulos.

-Sois lo bastante hermosa como para serlo -murmuró Inuyasha.

Kagome perdió la sonrisa.

-No aprecio vuestro atrevimiento -dijo, levantándose de la silla-. Vuestra anterior

disculpa no os da derecho a repetirlo.

Inuyasha inclinó la cabeza.

Sin decir otra palabra, ella se volvió y atravesó la cámara en dirección a la puerta.

Empleó toda su fortaleza interior para evitar cerrarla de golpe.

A pesar de que sin duda era uno de los hombres más atractivos que jamás había visto, el

Marqués era imposible, decidió mientras avanzaba por el pasillo hacia el vestíbulo. No

se comportaba como debería hacerlo un Marqués. Que se sentara junto a ella en el sofá

había sido una asombrosa falta de etiqueta, en particular porque se hallaban a solas en el

estudio. Ningún caballero decente colocaría a una dama en una situación tan precaria.

Aminoró el paso y sonrió a regañadientes al disminuir su enfado. Salvo Hoyo, ningún

hombre le había hecho unos cumplidos tan osados. Sí, el Marqués no tenía derecho a

hablarle de forma tan íntima, pero su padre no habría recibido el tañido de campana

fúnebre de no ser por él. Debería estarle agradecida. Inuyasha St. Aubyn la había

El caballero indecenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora