5.

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No podía moverme, me quedé estático. ¿No era el único que tenía esa cercanía con él? Mi corazón dolía al ver la escena frente a mis ojos, quería irme pero mis piernas no se movían. Por un momento la chica y yo intercambiamos miradas pero rápidamente me fui de ahí. Sentía mis ojos humedecer y un nudo en la garganta. Estaba fuera de la academia, la lluvia que había empezó a mojar mis prendas y cabello. Las gotas que caían a mi cabeza se desplazaban por mi rostro, mi vista se estaba nublada por las lágrimas que amenazaban por salir, pero de pronto escuché el llanto de un gatito a lo lejos.
Corrí hasta llegar a la banqueta de la mañana, el pequeño estaba debajo de ella y estaba empapado. Lo saqué de su escondite y lo escondí entre mi uniforme.

Llegué a casa, tendí una toalla en mi escritorio y dejé al gatito ahí. Y con un calentador le quité lo húmedo al pelaje del gatito. Estaba temblando pero al sentir el calor se quedó quieto y se acostó en la toalla. Aproveché y me quité la ropa mojada. Volteé a ver al gatito, estaba dormido, entré al baño de mi habitación y me fui a bañar.

Ya era de noche, el gatito se había acostado a lado mío en mi cama. Su pelaje era de un siamés, oscuro por unas partes y claro por otras, sus orejas eran rosadas por dentro, al igual que lo eran sus patas y nariz. Su respiración era tranquila y constante, al menos él podía descansar. Sabía y tenía en cuenta que hoy no podría dormir, habían pasado tantas cosas hoy, no me sería fácil conciliar el sueño. Al menos estar pendiente del gatito me ayudaba a despejar mi mente por un rato. Exhalé y fijé mi vista en el gatito, no tenía ni la más mínima idea de cómo cuidarlo, no tenía su alimento pero mañana iba a conseguir, tampoco tenía nombre. ¿Cómo debería llamarlo? Era un gato macho, mejor decidiría mañana. Hoy fue un día largo, sería mejor descansar.

Desperté por unas patitas jugando con mi nariz. El gatito estaba apoyado en mi cuello y jugaba con mi nariz, miré atentamente al gatito e instantáneamente un nombre cruzó mi mente. Taro. Su nombre sería Taro.

—Taro, buenos días a ti también —el gato se asustó al escuchar mi voz.

Me levanté de mi cama y Taro me siguió a donde iba.

Estaba en el supermercado cerca de mi casa, Taro estaba en una pequeña bolsa que traía cargando. Buscaba la comida perfecta para él. Mientras buscaba su comida, pude notar un piano. Un hermoso piano, me lo compraría si no fuera tan caro.

Había comprado lo necesario, su caja, juguetes, comida, platos y bebederos. Taro parecía contento con sus nuevas cosas y eso me alegraba.

El lunes finalmente llegó, era momento de enfrentar mis consecuencias de haber espiado el viernes anterior. Estaba nervioso, mis manos estaban sudando y temblaba ligeramente. Apenas entré a la academia sentí la presencia de alguien atrás mío, poniéndome más nervioso aún. ¿Por qué me sigue?
Intenté ignorar a la persona atrás de mí, pero un susurro de su parte me hizo quedar estático.

—Te veo luego en el salón de música —la voz grave de Shu susurraba en mi oído.

Estaba demasiado sonrojado, todo mi nerviosismo por la otra chica desapareció por un instante y se concentró en la atractiva voz del rubio. Tras susurrar eso en mi oído se fue.
Entré al aula y me desplomé en mi asiento, ahora por fin podía aceptar que tenía sentimientos por él, todo este tiempo lo estuve negando pero ahora ya era un hecho. Me gustaba ese maldito rubio. Suspiré derrotado en mi asiento y escondí mi cabeza entre mis brazos.

Ya había tocado la campana, pero no quería ir al salón de música, quería evitar a Shu por lo de la vez pasada en las escaleras, pero algo en mí también quería ir y estar con Shu a solas en ese salón. ¿Qué debería hacer en esa situación?
Seguía dentro de mis pensamientos sin darme cuenta que Shu ya estaba fuera de mi salón, estaba enojado. Todo este tiempo lo dejé esperando. Entró al salón y con fuerza me cargó sacándome de mis pensamientos.

—¡Shu bájame! —Qué pena... Todos en el salón nos veían.

Ni siquiera fui cargado con delicadeza, me cargó como si fuera una bolsa de papas. Y así fue todo el camino hasta el salón de música, obviamente recibimos miradas de las personas que aparecían en nuestro camino. Mierda qué pena.
Al entrar al salón me dejó en un sillón y tras eso cerró con llave la puerta.
Carajos... Estaba en mala posición ahora, Shu por mucho era mejor que yo: era más fuerte, más ágil, más todo. Estaba jodido.

—Shu... —estaba nervioso, sabía de lo que era capaz y no era algo bueno.

—Claramente dije que nos veríamos en el salón de música —Shu sonaba tan enojado.

—Lo lamento... —mi voz titubeaba mientras hablaba, estaba tan nervioso pero emocionado.

—No te creo... —Shu acercó su cara a mi oído mientras susurraba.

Tan rápido como dijo eso, metió su mano izquierda bajo mis prendas y empezó a tocar mi cuerpo, poniéndome bajo de él. Sus manos frías y mi piel cálida hicieron un choque.
Su mano recorría mi piel con desesperación y rapidez mientras besaba y mordía cuidadosamente mi cuello. Estaba en un trance, su toque me volvía loco, me estaba perdiendo en la lujuria.
Pero un pensamiento me hizo poner los pies en la tierra, recordando lo de la semana pasada y empecé a sentirme culpable.

—Shu, ¿no deberías hacer estás cosas con tu novia? —estaba agitado por la emoción.

—¿Qué novia? —el rubio soltó incrédulo y sarcástico.

—La chica rubia de las escaleras —aparté a Shu de encima mío y me paré mirando cabizbaja.

—¿Ese pedazo de carne qué tiene que ver? —soltó enfadado.

—No deberíamos hacer esto si tienes a una contigo —me estaba sintiendo ligeramente disgustado por el comportamiento mujeriego que daba a ver el rubio.

—¿De qué mierda hablas? —Shu estaba confundido y ligeramente enojado.

—Los ví juntos, demasiado, la semana pasada —tomé aire y volví a hablar —No quiero ser una zorra más de las que están contigo —estaba cansado de sentirme culpable.

Corrí saliendo de la sala, había dicho lo que sentía con firmeza y me sentía mal. No quería enfrentar nuevamente eso. No quería verlo mientras solo significaba una persona más con la qué divertirse.

Continuará...
eyy finalmente pude actualizar esta historia y les voy a ser sincero, lo del gato y mayor parte de eso fue por rellenar y no sabía que más escribir, lo lamento. Bueno eso fue todo por hoy, nos vemos pronto, chau.

𝕻𝖊𝖈𝖆𝖉𝖔 | 𝑺𝒉𝒖 𝑺𝒂𝒌𝒂𝒎𝒂𝒌𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora