El Fin.

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Una vez Kedamono soñó con una familia, tener a alguien que lo amará y cuidará más que nada en el mundo, un compañero fiel. Kedamono solo pedía una cosa: respeto; dudaba que alguien pudiera amar a un ser como él, un lobo amorfo con muchos ojos, pero rogaba a cualquier divinidad que alguien, quien fuera, lo mirará y en él viera algo más que una abominación de la naturaleza, que viera un ser vivo, con sentimientos y sueños, a cambio de recibir respeto él le daría todo a esa persona; su cuerpo, su alma y todo lo que tuviera en su poder. Solo quería sentirse protegido y querido, aunque fuera una sola vez.

Pero ahora que por fin tenía lo que quería el destino le escupía y le recordaba que no merecía ser feliz, era un monstruo y los monstruos no merecían sonreír.

—¿Cómo que no hay nada que puedan hacer? ¡Secuestro a mi hijo!—grito el joven hombre de cabello y orejas moradas a la policía, el rechoncho policía lejos de hacer caso al angustiado padre solo puso los ojos en blanco, ya cansado de los lloriqueos de Kedamono.

—Él es su padre, no cuenta como secuestro.

Respondió indiferente. Kedamono se cubrió el rostro como si acabará de recibir una bofetada, se aferro a los brazos de Jason, preguntándose qué monstruosidades estaría sufriendo su pequeño en manos de su padre.

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En un día soleado y hermoso, un padre y su hijo comparten momentos especiales juntos. Se deleitan con dulces y helados, y Popee se siente feliz de poder pasar tiempo con su amado hijo, su dulce Keda Jr, el niño reía y saltaba de un lado a otro gosozo de todos los colores, y aromas nuevos que sus pequeños ojos observaban, moviendo su colita y orejas rosas de alegría.Popee sonríe al ver la emoción en los ojos de su hijo, pero siente una punzada de dolor al imaginar que su hijo, su Keda Jr ha sonreído de esa manera en compañía del impostor, ha sonreído de esa manera tan dulce e inocente para Jason, Popee se pregunto si el niño sabía quién era su papá de verdad y también se preocupo de solo pensar en todas las emociones y experiencias que el egoísmo de Kedamono le habrían privado de vivir con su hijo. Su primer diente, su primera palabra, sus primeros pasos, su primera risa. Popee trato de apartar esos pensamientos, tendría todo el tiempo del mundo para recuperar el tiempo perdido con su amado Keda Jr, en lugar de dejar que la amargura y la rabia llenacen su ser, Popee abraza al niño, ríen juntos y comparten historias mientras disfrutan de los dulces. Cada instante se vuelve un recuerdo que guardarán por siempre.Popee se sentía agradecido por poder ver la alegría en su cachorro rosado. Está consciente de lo valiosos que son estos momentos. Se siente completo y bendecido de poder crear recuerdos felices juntos.Caminaron juntos, disfrutando el día y dejando huellas de amor en su camino. Popee se da cuenta de que la verdadera felicidad está en los momentos simples y genuinos. Siguen adelante, tomados de la mano, sabiendo que estos momentos son regalos preciosos que guardarán en sus corazones. Popee esta listo para recuperar lo perdido, listo para recuperar a Kedamono y con ello a su hijo y por fin ser la familia que siempre debieron ser.

Ya lo tenía todo planeado, solo necesitaba que el infiel de Kedamono regresará a casa, dejar a Jr en un lugar seguro y luego podría dar rienda suelta a su plan.

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—Ahora que lleguemos al departamento debes dormir un poco—dijo Jason, aferrándose a la cintura de Kedamono.

El joven lobo estaba desecho, no podía ni caminar por su cuenta, estaba totalmente desconsolado, cualquiera diría que estaba a punto de morir. La más breve brisa sería capaz de derribarlo. Cada minuto sin su hijo se convertían en siglos, lo único que el lobo deseaba era tener a su niño en brazos. Keda Jr era un cachorro inocente, no podría soportar las bombas, las bromas crueles o los golpes que Popee solía dedicarle a él. En cada lágrima derramada y en cada suspiro agónico, Kedamono encontraba la fuerza para seguir adelante. Sabía que Jr no sobreviviría a los malos tratos de Popee, por ello se aferraba a la idea de recuperarlo, de traerlo de vuelta a la seguridad de su hogar, donde Popee no lo podrá dañar jamás.

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