5

1.6K 128 73
                                    


Popee se despertó aliviado y feliz, puesto que había soñado con su Kedamono y no cualquier sueño: Popee sabía que era un presagio de su maravilloso futuro juntos; en el sueño Popee y Kedamono estaban casados, Popee era un científico y Kedamono su fiel ayudante y esposo, además de que ambos tenían un bello hijo, un cachorro de pelaje morado azulado y con una versión más pequeña que la máscara de su amado.

Popee se cambió y preparó para otro día más como aprendiz de payaso, pero en ningún momento dejo de sonreír. Desde que Popee tenía memoria siempre Kedamono había estado a su lado y deseaba que siempre fuera así: Popee y Kedamono habían sido criados por una sirvienta ya que Papi era un artista errante, pero cuando Papi decidió fundar su propio circo y los dejo allí para entrenar Popee no había dejado solo a Kedamono ni un instante; tenía que admitir que le hubiera gustado más pasársela follando a Kedamono en vez de practicar aquellos trucos, pero violar a el amor más grande de su vida no estaba en sus planes cercanos.

Sin soportarlo más corrió en búsqueda de su lobo morado, encontrándolo acostado, todavía dormido, Popee se acercó y observó a su querido Kedamono dormido. Sin duda alguna esa criatura era incapaz de invocar a la zoofilia hasta a la persona más normal y cuerda.

— ¡Oh! ¡Cariño! ¿Por qué debes ser tan bello? — Popee se agachó y con dulzura beso la frente de su más grande amor.

Popee acarició el rostro peludo de su amor, imaginar un futuro juntos era alternador en toda su gloria, se amarían, tendría un cachorro y vivirían felices por siempre.

— Algún día, amor mío, te juro que algún día nos casaremos y me amarás tanto o incluso más de lo que te amo yo.

Popee se fue feliz de haber obtenido su dosis diaria de Kedamono. Sería un muy buen día.

Kedamono suspiró agitado, el payaso de sus pesadillas no solo lo acosaba de noche, ahora también de día y lo peor es que aparentemente lo quería y deseaba, pero no podía dejarse llevar por sus antiguos sentimientos, ya no, lo había esperado demasi...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Kedamono suspiró agitado, el payaso de sus pesadillas no solo lo acosaba de noche, ahora también de día y lo peor es que aparentemente lo quería y deseaba, pero no podía dejarse llevar por sus antiguos sentimientos, ya no, lo había esperado demasiado y pronto Popee sería parte de su pasado, un horrible recuerdo.

Kedamono espero hasta que Popee se hubiera ido y cuando estuvo seguro simplemente se puso a llorar, ¿Por qué la vida era tan cruel con él? Si tan solo Popee se le hubiera declarado con dulzura, con auténtico amor pero ya le valía, tantos años esperándolo ahora eran insignificantes y pronto Popee sería de su pasado.

— Debo irme de aquí.

Kedamono intentó levantarse, pero el dolor de los moretones lo superaba, pero ya no había tiempo para eso, con dolor pero determinación se levantó dispuesto a irse, fugarse de tal pesadilla.
Papi entró a la carpa con un balde de pollo frito en sus manos.

— ¡Oh! ¿Kedamono, que haces despierto y de pie? Estas herido, ven siéntate.

Kedamono negó.

— No, lo siento, pero no quiero sentarme, debo hablar con usted señor Papi.

Papi lo observó confundido, algo le decía que estaba mal pero mantuvo la calma.

— Adelante.

— Debo irme, señor, necesito irme.

La cara de Papi cambio por completo.

— ¿¡Qué estás haciendo!? ¡Después de todo lo que hice por tí!

— No... señor cálmese por favor, es que necesito irme...yo...— Kedamono no pudo evitar empezar a llorar —, ya...ya no aguanto...no lo soporto, me dañó... Popee me daño...lo siento pero ya no lo soporto...

La cara de Papi se relajó.

— Entiendo, lamentó haber actuado así — Papi se agachó y tomó a Kedamono por los hombros, a veces todavía veía a ese cachorro adorable que había corrido hacía él en aquel templo, estaba asustado y solitario, puede que genéticamente no fueran nada pero para Papi Kedamono era como un hijo —. Tienes mí bendición para irte, si quieres puedo llevarte a la ciudad o darte la dirección de un colega para que te empleé.

Kedamono movió animadamente su cola.

— ¡Muchas gracias!

Kedamono y Papi se abrazaron, ignorando todos aquellos problemas del pasado y soñando con un mejor futuro, pero cierto personaje los estaba observando y no le gustaba de lo que se había enterado.

PerformerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora