💧Capítulo 13💧

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—Tienes que ir algún día a vernos a nuestra casa, lo pasaras bien, te lo prometo — Paula toma mis manos y sus ojos brillan con emoción.

—Lo intentare.

Ella me besa la mejilla y se sube a la camioneta de su pareja, con Leo esperamos a que se vayan para recién subirnos a su vehículo e irnos.

—¿Lo has pasado bien?

—Son muy agradables, me han caído bien todos... — dejo que un suspiro se escape de mis labios y me comienzo a quitar los tacones — pero siento que no encajo en nada con ellos.

—Con el tiempo ya te iras sintiendo en confianza. Ellos son lideres de las tres manadas más cercanas a la nuestra y son con los que mejor me llevo, solemos reunirnos bastante, si uno de nosotros tiene problemas, los demás lo ayudamos. Son nuestra familia.

Asiento con la cabeza y me pongo a mirar por la el vidrio que hay a mi lado, los árboles pasan con mucha rapidez, a medida que avanzamos, comienzan a caer gotas de lluvia.

—Dime Leo ¿Quién es la chica que estaba con tu abuela hoy?

—Una vieja amiga... la conozco hace muchos años, tenemos la misma edad y nos criamos prácticamente juntos, pero por cosas del destino, nos hemos alejado con los años, le sigo teniendo un gran aprecio, pero... las cosas ya no son como antes ¿Por qué?

—Curiosidad.

La idea de romper un corazón que no sea mío, no me gusta. Si ella estaba enamorada de Leo, es normal que me tenga un rechazo, pero ¿Qué puedo hacer? El chico a mi lado me busco y no pude rechazar, de hecho, no pude decir nada.

Al llegar a la manada, los soldados rápidamente saludan a Leo, les mencionan algunas cosas y nos marchamos a la entrada de la casa.

—Está lloviendo mucho... — susurra.

—Eso ayuda a los enemigos a esconder su aroma.

—Y eso significa que esta noche no voy a poder pegar ojo alguno.

Bajamos, Leo mira mis pies descalzos, lo ignoro y sigo mi camino hasta entrar al hogar que compartimos.

—No me molesta el agua — le susurro cuando el chico corre a buscar una toalla para secar mi cuerpo — me gusta, me siento comida con ella.

Con la toalla que me ha traído, limpio mis pies y camino hasta la habitación, el chico va detrás de mí. Me siento cansada, solo quiero dormir.

Entro al baño, me quito los tacones, las joyas y el hermoso vestido, sin pensarlo mucho, me meto debajo del agua caliente, lo que ayuda a que todos mis músculos se relajen, cierro mis ojos y disfruto de este momento. Siento como algo rodea mi cuerpo, abro lentamente los ojos y miro lo que es, sin darme cuenta, he causado que el agua caliente forme un remolino, con ayuda de mis manos, hago que este comience a bajar lentamente. Todo vuelve a la normalidad. Desde que salí de la manada en donde me crie, no he podido manejar el agua, pues aquí no me van a dejar sola ningún segundo si es que me ven alejarme un poco.

Al terminar, cubro mi cuerpo con una toalla, me quedo mirando en el espejo mientras seco mi cabello. Cada día que he pasado aquí, me observo aquí mismo, intentando descubrir que es eso que le gusto a Leo. No soy capaz de verlo y claramente, no le voy a preguntar.

Me doy la vuelta para tomar mi ropa y mi corazón se detiene, con el cansancio, no me la he traído ¿Qué hago ahora? Mierda, que estúpida soy. Pego mi oreja a la puerta, no se escucha nada del otro lado, tal vez Leo ya se ha ido a encerrar a su oficina o ha bajado a hacer algo.

Muy bien Arya.

Cuento hasta diez, cargando mi cuerpo de valentía, abro lentamente la puerta, saco mi cabeza. No hay nadie. Salgo del baño, a pasos rápidos me acerco al armario, tomo mi pijama y regreso al baño.

Loba del AguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora