El fabricante de varitas

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Fue como si se sumergiera en una vieja pesadilla: creyó estar arrodillado junto al cadáver de Dumbledore, al pie de la torre más alta de Hogwarts, pero en realidad estaba contemplando un cadáver diminuto, acurrucado en la hierba, atravesado por el puñal de plata de Bellatrix. Harry no cesaba de repetir «Dobby Dobby», pese a saber que el elfo se había ido para siempre.

Enseguida comprendió que, al menos, habían llegado al sitio que querían, porque Bill, Fleur, Dean y Luna formaban un corro alrededor de él, arrodillado todavía junto al elfo.

—¿Y Hermione? —preguntó de repente—. ¿Dónde está Hermione?

—Ron la ha llevado dentro —contestó Bill—. No te preocupes, se pondrá bien.

— ¿Y Lyra? — pregunto Harry.

— Ron también se la llevo ¿Por qué la pobre luce asi? — pregunto Bill.

—Porque el la capturo — contesto Harry — tiene semanas torturándola, supongo para que le enseñara donde estaban los dragones que podría controlar.

Volviendo a centrarse en Dobby, Harry le extrajo el afilado puñal; luego se quitó la chaqueta y lo cubrió, como si lo abrigara con una manta.

— ¿Qué haremos con él? — preguntó Bill mirando el cuerpo de Draco en la playa.

—Le prometí a Lyra que lo salvaríamos — contesto Harry — pero debemos mantenerlo vigilado, el no querrá irse de aquí sin Lyra

Bill asintió.

Cerca de allí, el mar batía contra las rocas; Harry escuchó su murmullo mientras los otros hablaban y tomaban decisiones sobre asuntos por los que él era incapaz de mostrar interés. Así pues, Dean llevó al herido Griphook a la casa y Fleur los acompañó; por su parte, Bill hizo algunas sugerencias sobre la mejor manera de enterrar al elfo. Harry dijo que sí a todo, sin saber en realidad lo que Bill proponía, mientras contemplaba el pequeño cadáver. La cicatriz seguía doliéndole, y en un rincón de su mente, como si mirara por un largo telescopio puesto al revés, vio a Voldemort castigando a todos los que se habían quedado en la Mansión Malfoy. El Señor Tenebroso estaba tremendamente furioso, pero el dolor que Harry sentía por Dobby desdibujaba la escena, de modo que ésta se convirtió en una tormenta lejana que percibía desde el otro lado de un vasto y silencioso océano.

Harry bajó la escalera seguido de Ron y Hermione. Bill, Fleur, Luna y Dean estaban alrededor de la chimenea tratando de controlar a Malfoy.

—¡Solo quiero verla! — grito Draco.

—¡No lo harás! — exclamo Bill — no te acercaras ella hasta que sepamos que no se la entregaras al señor tenebroso

— Debe ser una broma — protesto Malfoy — solo déjame verla — dijo mirando a Harry.

Él sabía que aunque Draco se había convertido en el peor ser humano, sería incapaz de entregar a Lyra ni mucho menos verla sufrir.

—Iremos contigo — exclamo Harry — necesito hablar con ella, pero si intentas algo no dudes en que te atacaremos —

Malfoy asintió.

Los cuatro subieron las escaleras, al llegar a la última puerta Ron la abrió.

La chica yacía en la cama más cercana de la ventana; había pasado más de unas semanas en compañía de Voldemort, y Harry sabía que la habían torturado en más de una ocasión. Estaba pálida y le sobresalían las marcas del rostro que habían dejado los vidrios. Los tres amigos se sentaron en la otra cama; desde allí se veía el sol naciente. La habitación daba a la hermosa playa.

Malfoy se quedó parado. Solo observándola.

— Maldita suerte la mía, sigues viva — exclamo Draco acercándose a ella.

Harry Potter y las reliquias de la muerte // Lyra GrindelwaldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora