La historia del príncipe

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Lyra lloraba sin parar aunque conocía que su relación no era tan buena, Snape había sido su padre y Harry no la culpaba, uno no escoge a su familia. Malfoy se acercó a Lyra para abrazarla y ella se dejó caer en sus brazos.

Harry permaneció arrodillado junto al profesor, observándolo fijamente, hasta que, de pronto, una voz aguda y fría sonó tan cerca de ellos que el muchacho se levantó de un salto, sujetando con firmeza el frasco, pues creyó que Voldemort había vuelto a la habitación.

La voz del Señor Tenebroso retumbaba en las paredes y el suelo, y Harry comprendió que estaba hablando a la gente que había en Hogwarts.

—Habéis luchado con valor —decía—. Lord Voldemort sabe apreciar la valentía.

»Sin embargo, habéis sufrido numerosas bajas. Si seguís ofreciéndome resistencia, moriréis todos, uno a uno. Pero yo no quiero que eso ocurra; cada gota de sangre mágica derramada es una pérdida y un derroche.

»Lord Voldemort es compasivo, y voy a ordenar a mis fuerzas que se retiren de inmediato.

»Les doy una hora. Entierren a sus muertos como merecen y atended a vuestros heridos.

»Y ahora me dirijo directamente a ti, Harry Potter: has permitido que tus amigos mueran en tu lugar en vez de enfrentarte personalmente conmigo; pues bien, esperaré una hora en el Bosque Prohibido, y si pasado ese plazo no has venido a buscarme, si no te has entregado, entonces se reanudará la batalla. Esta vez yo entraré en la refriega, Harry Potter, y te encontraré, y castigaré a cualquier hombre, mujer o niño que haya intentado ocultarte de mí. Trae a Lyra contigo. Tienes una hora.

Ron y Hermione sacudieron la cabeza mirando a su amigo.

—No lo escuches —le aconsejó Ron. Malfoy no le quitaba de encima la mirada a Harry. Como si creyera que sería capaz de entregar a Lyra.

—Todo saldrá bien —lo animó Hermione atropelladamente—. Vamos al castillo Si Voldemort ha ido al Bosque Prohibido, tendremos que preparar otro plan

Dicho esto, la chica le echó una ojeada al cadáver de Snape y volvió a meterse en el túnel. Ron la siguió.

—Tenemos que irnos Lyra — comento Malfoy.

Lyra volvió a acercarse al cadáver de Snape.

—Lo siento — susurro Lyra y ambos bajaron por el túnel.

Recorrieron el túnel a gatas, sin hablar, y Harry se preguntó si las palabras de Voldemort seguirían resonando en los oídos de Ron y Hermione como resonaban en los suyos.

No debía de faltar mucho para el amanecer, pero el cielo seguía negro; aun así, se veían pequeños fardos esparcidos por el césped frente a la fachada principal del castillo. Los tres amigos corrieron hacia los escalones de piedra, donde vieron un zueco del tamaño de una barquita. No obstante, no se detectaba ninguna otra señal de Grawp ni de su agresor.

En el castillo reinaba un silencio nada natural y ya no había destellos de luz, ni estallidos, gritos o alaridos. Las losas del desierto vestíbulo estaban manchadas de sangre; todavía había esmeraldas diseminadas por el suelo, junto con trozos de mármol y maderas astilladas, y parte de la barandilla se había destrozado.

—¿Dónde están todos? —susurró Hermione.

Ron los precedió hasta el Gran Comedor y Harry se detuvo en la puerta junto a Lyra y Malfoy.

Habían puesto a los muertos formando una hilera en medio del comedor, pero Harry no vio el cadáver de Fred, porque su familia lo rodeaba: George estaba arrodillado junto a la cabeza; la señora Weasley, tendida sobre el pecho de su hijo, sollozaba, y el señor Weasley le acariciaba el cabello mientras las lágrimas le resbalaban por las mejillas.

Harry Potter y las reliquias de la muerte // Lyra GrindelwaldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora