𝐑𝐞𝐞𝐧𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐫𝐨 || 𝐊ö𝐧𝐢𝐠 ☆ (Finalizada)

VII

Dos meses habían pasado desde la llegada a la base. Aún se podría decir que era nueva ahí.

No era tan aburrido, heridas de bala, cirugías de emergencia, algunas no, lamentablemente, muertes también.

Había terminado de extraer una bala de un soldado, estaba lavando mis manos.
Estaba tan centrada en mis pensamientos que no me enteré de la presencia detrás mía.

- ____.

Mire hacia atrás, algo asustada.

Era el sargento MacTavish.

- Oh, Soap. ¿Cómo estás?

Seguí en lo que estaba haciendo antes de que él me asustara.

- Mmm pues bien. ¿Y tú bonita?

Reí un poco por su última palabra.

- Bien igual. ¿Qué te trae por aquí?

Me di la vuelta, estaba recargado sobre el marco de la puerta.

- Tú.

Lo mire con burla.

- Sí lo que digas.

Pase por su lado, saliendo de la sala quirúrgica.

Él me seguía, me daba cuenta por el sonido de sus pisadas.

- Yaa ____, enserio, ¿Tengo chances contigo? ¿No bonita?

Vi una figura alta en el fondo del pasillo, supuse quien era.

No respondí a la pregunta de Soap. Quedé mirando, escaneando la figura que se veía.

Cuando llegue, o más bien, llegamos, lo saludé palmeandole el pecho un poco.

- Oye _____, responde!

MacTavish seguia algo insistente.

- Sí sí, lo que diga sargento, piense lo que quiera.

Se escuchó un bufido seguido de una risa coqueta.

- ¡Sé cuánto me deseas bonita! No te hagas la difícil conmigo.

Solté una risa en respuesta.

Él me seguía de cerca, en silencio.

Me dedique a entrar a otro consultorio, visitando soldados y atendiendo más de estos.

Luego de una o dos horas me desocupe un poco.

Salí de los consultorios y fui a la cafetería.

Ahí estaba él. Comiendo no sé el qué.

Me acerque y no parecía darse cuenta de mi presencia. Así que me senté a un lado de él.

- König, perdona, no te pude prestar atención.

Este dió un pequeño salto, dando a entender su sorpresa.

Me miró. Con esos ojos... Hermosos.

Le sonreí.

- No te preocupes... Linda.

Apenas terminó de decir eso, apartó su vista al plato.

Fue muy lindo de su parte decir eso. Nunca lo había dicho.

Lo abrazé como pude.

Mire para todos lados, mirando si había alguien. Y no, parecía que solo estábamos nosotros dos.

Así que le gire la cabeza, conectando nuestras miradas.

Le levanté un poco la tela y me metí debajo de ella.