𝗧𝗜𝗧𝗔𝗡𝗜𝗖 || 𝑑𝑖𝑓𝑓𝑒𝑟𝑒𝑛𝑡
Jack Dawson se enamora de una chica de primera clase. Pero no solo por su físico, si no por su forma de ser. Si, Elizabeth era diferente a los de su clase cautivando al chico de tercera clase.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Elizabeth estaba en un asiento con una frazada en su cuerpo mientras le ofrecían agua. Para su mala suerte se encontraban Cal y Rose.
—Es inaceptable. ¿Por qué pensaste que podías tocar a mi hermana?— se enojó la pelirroja. Lizzie se levantó de manera abrupta al ver que ponían las esposas a Jack. El rubio miró a la castaña.
—¿Qué crees que hiciste?— lo sacudió Cal y fue en ese momento en el que Lizzie se interpuso.
—¡Basta!— se sacó la frazada y fue hacia ellos.— Fue un accidente.
La pelirroja frunció el ceño confundida al igual que su esposo.
—¿Un accidente?
—Lo fue. En realidad, fue una estupidez.— rió un poco y miró a Jack por unos segundos que miraba con confusión la escena.— Me asomé y me resbalé. Me emocioné mucho al ver los... los... las...— no le salía la palabra. No sabía si era porque estaba nerviosa o realmente no sabía como se llamaba.
—¿Propelas?— completó Rose.
—¡Propelas, si! Y resbalé. Me hubiera caído por la borda pero... Jack me rescató y casi se cae el también.
—¿Jack?
—Jack Dawson.— dijo Lizzie.
—¿Querías ver la propela?— rió irónico el pelinegro.
—Como dije: las mujeres y las máquinas no combinan.— habló uno de los hombres.
—¿Fue así como sucedió?— intentó corroborar el que le puso las esposas.
Jack miró a Lizzie y ésta le insistió con la mirada que responda bien.
—...Si. Si, así fue como sucedió.— asintió.
—Entonces eres un héroe, buen trabajo muchacho, bien hecho.— Lizzie sonrió al igual que Jack y Rose suspiró aliviada.
—Lo siento tanto señor Dawson, creí que...
—No pasa nada señora...
—DeWitt Bukater.— completó algo divertida Lizzie.
—Señora DeWitt Bukater.— repitió el con una leve sonrisa.
—Si todo está bien, volvamos al brandy.— rió y el hombre se fue. A Jack le sacaron las esposas.
—Mira, debes estar congelandote.— Rose tomó la frazada y volvió a cubrir el cuerpo de su hermana menor.— Entremos.— caminaron.
—¿Tal vez una recompensa para el muchacho?— ofreció el hombre y se detuvieron. Lizzie sonrió.
—¡Si!— asintió y todos la miraron.— Digo, por supuesto. Me salvó la vida.
Cal rodeó los ojos.
—Señor Lovejoy, creo que 20 dólares son suficientes para el.— dijo y Lizzie frunció el ceño molesta.
