Harper, una chica de 19 años, pasa los días luchando contra sus problemas psicológicos y adicciones. Sin embargo, un encuentro con Aarón Kahler, su ídolo musical, pone en riesgo su futuro de la peor forma.
¿Podrá Aarón salvarla o se hundirá en el a...
La pelinegra se encontraba acostada en el suelo, en una habitación oscura mínimamente iluminada por una suave luz púrpura, su cuerpo entero temblaba mientras entraba en una fase de éxtasis al ver como aquel dibujo en la pared parecía cobrar vida.
Sentía que su cuerpo se movía en una especie de cámara lenta mientras todo a su alrededor eran colores demasiado brillantes y saturados, su mandíbula estaba tensa y sentía sus ojos arder, el maquillaje que traía debió haberse corrido después de lo sucedido, pero, ¿a quién le importaba eso ahora?
Pudo percatarse de que su rostro se sentía caliente y que la cabeza le pesaba, haciéndole sentir fuera de sí misma. Se sentía tan libre a nivel físico y emocional, incluso cuando su corazón dolía intensamente. Sus ojos estaban algo adormilados cuando se dirigieron hacia la puerta de la habitación, solo divisando una sombra masculina bastante alta, ya sabía quién era...
Como un fugaz destello, aquella sombra se acercó para tomarla por los hombros, sacudiéndole ligeramente al ver su estado.
Sus ojos marrones miraban fijamente los de ella, los cuales estaban bastante dilatados en aquel momento y enrojecidos.
—¿¡Qué tomaste!? —Su voz era cada vez más preocupada y sus manos acariciaban con delicadeza la sensible piel de sus mejillas.
—Yo... —tartamudeo antes de que un jadeo sin sentido abandonara su cuerpo, siendo acompañado por lágrimas y una gran presión en la garganta, impidiéndole hablar.
Él se sentó junto a Harper, dejando su ahora inútil cuerpo en el suelo y su cabeza quedando apoyada en sus piernas.
La forma en la que le veía, la forma en la que podía sentir su preocupación hizo que su corazón se detuviera unos segundos, mirando aquellos profundos ojos café que reflejaban miles de estrellas y galaxias, ahora reflejaban la tenue luz púrpura de una lámpara que estaba a pocos centímetros de ellos.
—Yo te estoy cuidando —susurró. —Todo está bien, nadie te hará daño...
Sus palabras tuvieron un gran impacto, haciéndole romper en un llanto profundo mientras cubría su rostro de él, se sentía humillada, utilizada, rota...
El tiempo se paralizó cuando de repente sus tersas manos tomaron las suyas, dejando su rostro descubierto y sus hermosos ojos brillantes miraban se fijaban en los de ella.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
----------
¡Sigueme en mis redes sociales para tener mas información sobre actualizaciones y contenido!
