Un Nuevo Comienzo

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Lexa salió del brazo de John con el aliento contenido, su abuelo siempre le había impuesto un gran respeto, sabia que ella era capaz de mucho pero jamás pensó que podía enfrentarse a el de esa forma, pero estaba convencida que debía alejarse e investigar que tanto estaba involucrado el viejo en los negocios de los Wallace y sobre todo en la muerte de su madre. 

- Lexa estas loca? Por que lo enfrentaste así? Nos va a destruir a los dos... nadie nos dará trabajo en el continente!... Ayyy Dios mío que voy a hacer?? Tu.. tu eres su nieta, claro te perdonara pero yooo???.- Gritaba en pánico el joven rubio.

- Tranquilo, ya se nos ocurrirá algo.- Dijo la castaña soltando el aire de sus pulmones.

Cuando salieron del ascensor seguridad les esperaba, para escoltarlos a la salida.

- Lo siento Señorita Woods, pero tenemos ordenes de sacarla del edificio sin nada, debe entregarnos las llaves del coche y el celular de la firma.- Pidió amablemente el guardia.

- Si claro, solo no me toquen, den un paso atrás, no invadan mi espacio personal.- Pidió Lexa mientras caminaba a la salida, contando las baldosas del piso procurando no pisar ninguna división, de lo contrario tendría que volver a empezar y no creía que esas personas le dejaran regresar por donde vino.

La castaña observo las llaves de su amado coche, y aunque estaba segura que se lo había ganado en base a su trabajo, entrego las llaves y el celular, saliendo con la cabeza en alto enfundada en su carísimo traje y acompañada de John.

Una vez en la calle el rubio rompió el silencio...

- Eso es, desempleados y en la calle... pero jamás humillados!.- Dijo con dignidad, para después empezar a hacer pucheros.

Si bien John era un hombre apuesto y elegante, con una mirada penetrante que intimidaría a muchos, en el fondo era un hombre sensible y profundamente sentimental.

- Basta Murphy, me arrugas el traje. Suéltame y deja de llorar!.- Pidió la castaña, mientras observaba a uno de los guardias traer el viejo mercedes del rubio. Auto que también había heredado de su abuelo. El único familiar que el chico tenia  y quien le había criado, ya que sus padres murieron cuando el tenia 5 años en un accidente de aviación. Y ahora con la muerte de su viejo, estaba solo en el mundo.

- Lexa reacciona!! Que vamos a hacer? Yo tengo dinero... algo si,  pero mucho no es... y con lo que gastas tu, nos dura un mes. Seguro!.- Dijo el chico.

- John préstame tu celular.- Pidió, el chico le tendió el aparato, Lexa saco de su maletín un aspersor miniatura y roció el aparado, después saco un pañuelo y lo limpio, para después poder usarlo, ante la mirada de reproche de su amigo.

- Te quiero, pero no se que gérmenes puedas traer.- Dijo encogiéndose de hombros, y cuidando de no pisar las grietas del concreto de la banqueta del imponente edificio Pramheida.

Lexa marco un numero y dio instrucciones de que le mandaran algo a la direccion del chico, acto seguido le entrego el celular.

- Llévame a comprar un celular, por favor.- Solicito caminando hacia el auto, sin esperar a su amigo. Quien por unos segundos no reacciono. Hasta que ella volteo y dijo: Vamos Jonh, que no tengo todo el día!.

- Sii, sii ya voy!.- El chico corrió y se subió al auto.

- Me quedare en tu departamento esta noche John, estas bien con ello?.- Pregunto sin expresión en su rostro, mientras se sentaba en el auto pasando el pequeño pañuelo por la superficie, una vez terminado tomo el rociador y lo vertió en sus propias manos, desinfectándose así misma.

Crimen, Amor y LeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora