Capítulo 6: Cinta de video

1 0 0
                                    

Es curioso como  ese sexto sentido que solemos tener nos previene o  advierte sobre alguna situación de inminente peligro, es como esa sensación de incomodidad que perfora nuestro corazón lentamente y entre más profundo esté,  mayor será el sentimiento y así fue como desperté la mañana siguiente, sentía en mi interior una sensación fría, lúgubre y la desconfianza era partícipe de cada decisión que tomaba, ¿ qué sería esto que gobernó en mi interior y me hizo dudar hasta de mí propia sombra? ¿ Una premonición? ¿ miedo quizá?  ¿ o sería aquello que soñé alguna vez ?. Me levanté de mi cama, realicé mis deberes y emprendí mi camino hacia el trabajo de ella, desafortunadamente de este día no recuerdo mucho en realidad, la cinta de video está dañada en varios segmentos y mis recuerdos se repiten uno tras otro, pero recordar algo más de este día..  me resulta difícil.. aunque lo que importa es.. que mi margarita está bien sobre todas las cosas. Tratar de recordar lo sucedido de este día es tan complicado como cambiar los engranajes de un reloj de bolsillo, sin herramientas,  es desarmarlo con cuidado, parte por parte y con fina delicadeza proteger su interior, sino el daño será irreparable… es así de complicado y doloroso para mí, rearmar la cinta de video de este fatídico día y reproducirla, ver y revivir como todo se fue en un segundo y al volver al abrir los ojos, solo podía observar a través del fino pero indestructible cristal que separa nuestra realidad de lo irreal , curiosamente en este mundo irreal todo existe de igual forma pero.. en dirección contraria y por esto yo lo llamo , el mundo de los reflejos.
Recuerdo que iba caminando hacia el trabajo de ella, faltaban tan solo 2 cuadras y podría ver luz y sentir su aroma, debía cruzar una calle algo transitada y peligrosa pero no era la gran cosa, medio millón de personas transitan por ahí,
¿ qué podría salir mal?, mientras esperaba que el semáforo marcara y los autos dejarán de pasar, me percate que alguien mencionaba mi nombre, podría reconocer esa voz en cualquier parte del mundo, era Luna esperándome al otro extremo, al marcar el semáforo en rojo y pasar el último coche, ambos caminamos a prisa para poder abrazarnos  pero justo en ese momento salió un auto de la nada a máxima velocidad y en una reacción fugaz y espontánea logre empujar a Luna con todas mi fuerzas y… bueno.. Aquí es donde mi memoria se empieza a fracturar, pero recuerdo de manera inequívoca que logré aventar a Luna hacia la acera, justo donde cayera a salvo.

Un amor tras el cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora