¿𝙇𝙤𝙨 𝙢𝙚𝙧𝙤𝙙𝙚𝙖𝙙𝙤𝙧𝙚𝙨? ¿𝙐𝙣 𝙜𝙞𝙧𝙖𝙩𝙞𝙚𝙢𝙥𝙤𝙨? ¿𝘿𝙚 𝙫𝙚𝙧𝙙𝙖𝙙 𝙘𝙧𝙚í𝙖𝙨 𝙦𝙪𝙚 𝙞𝙗𝙖 𝙖 𝙨𝙖𝙡𝙞𝙧 𝙗𝙞𝙚𝙣?
"-Señores Weasley y Potter, señorita Granger, no veo por qué no pueden comportarse y ser pacientes o decirlo ya, si...
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Aneesa había ido a la biblioteca con paso ligero tras hablar con Dumbledore. Cuarto piso; lo sabía bien. Había sido uno de los lugares que más le relataba Severus al hablarle sobre Lily.
La señora Pince, bibliotecaria todavía en Hogwarts, frunció el ceño al verla entrar, aunque no pronunció palabra alguna. Le iba a dar problemas a esa mujer, pues Dumbledore había dejado muy claro que, por su propia seguridad sobre la historia en alguno de los libros, no iba a dejarla acceder a la Sección Prohibida.
Eso ya se vería.
La biblioteca era una lugar precioso que Aneesa rara vez había pisado. Tenía miles de libros en cientos de estanterías y daba olor a páginas antiguas y a madera. Era el sitio más calmado de todo Hogwarts.
Las mesas en las que el alumnado estudiaba estaba ocupada por nada menos que Hermione Granger.
Se acercó a ella con gran velocidad.
Era su oportunidad.
—Hola, Hermione, necesito tu ayuda.
La castaña alzó la mirada, sorprendida ante la presencia de Aneesa.
Tenía una docena de libros a su alrededor y uno abierto delante de ella, junto con un pergamino en el que tomaba notas del libro. Ninguno de ellos era de algún tema específico, por lo que pensó que Hermione solo leía por el placer de aprender.
Una mini-Dumbledore, entonces.
—¿Estás bien? —La chica sonó confusa de que le pidiera la ayuda a ella.
Aneesa asintió, apoyándose en la mesa con los codos para quedar a la altura de la Gryffindor.
—¿Sabes dónde está la Sección Prohibida?
—¡¿La sección prohibida?!
Le tapó la boca con la mano. Hermione había sido demasiado ruidosa.
—Apuesto diez galeones a que siendo amiga de mini-Potter has entrado más de una vez —susurró, mirándola con una sonrisa divertida.
La chica le apartó la mano de los labios, alzando una ceja en su dirección.
—¿Y no sabes dónde está?
—He entrado aquí dos veces en toda mi vida, así que no.
Soltando una risita, Hermione la miró. Un sonido para que mantuviera silencio se escuchó a sus espaldas.
