capítulo 30

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CAPÍTULO 30

RECUERDO

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Aneesa...

La nombrada miró a Cissy, desconcertada. No debía estar allí; hacía muchos meses que no hacían más que compartir correspondencia debido al peligro que se corrían en esos tiempos.

Si alguien las veía juntas, matarían a Narcissa por traición y a ella por no ser una mortífaga.

—¿Qué pasa? —cuestionó, frunciendo el ceño.

Su amiga vestía mucho más elegante y oscura que ella en esa ocasión. Aneesa llevaba unos pantalones de chándal grises anchos y una camiseta blanca sin mangas.

—¿Por qué creísteis que era buena idea? —dijo Cissy con lágrimas recorriendo sus mejillas.

Se tensó, acercándose a la rubia para comprender qué estaba ocurriendo.

—¿Por qué no lo dejasteis estar?

—¿De qué hablas?

Narcissa suspiró, limpiándose la humedad de su rostro con unas temblorosas manos.

—Es Regulus.

—Regulus está bien, Cissy. Estuve con él hace una hora.

Pero Aneesa la vio negar con la cabeza, volviendo a echarse a llorar.

—Está muerto, Aneesa. El Señor Oscuro nos lo ha anunciado.







Pestañeando, aclaró su visión que pasó de un negro opaco a la silueta Sirius agarrándole las manos, arrodillado delante de ella. Se encontraba sentada en una sofá de la sala de estar de la casa de los Black.

—Me has asustado —dijo el pelinegro, sonriendo de lado.

—¿Qué ha pasado?

Sirius le explicó que había bajado a la cocina y, por casualidad, la había encontrado entrando en aquel salón, con la mirada perdida. Justo cuando había pasado para preguntarle si se encontraba bien, las piernas le habían fallado y la había tenido que agarrar muy rápido.

Aneesa suspiró.

No era la primera vez que se hallaba en una situación así. Le ocurría en momentos de estrés o después de un largo período en el que no había usado su magia. El poder acumulado era muy dañino.

La diferencia era que solía pasarle en la noche, con Regulus al lado para agarrarla hasta que se calmara o cerca de Tom, quien le haría usar sus poderes hasta estar más estable.

Estabilidad.

Después muchos abalizándose a sí misma, había dado con la conclusión de que, al final, siempre terminaba buscándola. Lloraba porque había tenido falta de ella desde pequeña y ansiaba la seguridad que le podía llegar a aportar.

Aquello era egoísta, también. Por eso no se había puesto en marcha hasta encontrar su tan anhelada estabilidad. Porque, primero, tenía que salvar al resto del mundo mágico.

—¿Te duele algo? —preguntó Sirius. Había una inquietud extraña en sus pupilas.

Aneesa negó.

ɴᴏ ʜᴀʏ ꜰᴜᴛᴜʀᴏ ꜱɪɴ ᴛɪ / ᴊ.ᴘ x ᴏᴄ (Saga Tiempo #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora