YoonOh casi había dicho que sí.
Pero algo lo detuvo.
Aunque la expresión del rostro de Taeyong era inexpresiva y cautelosa, había algo en sus ojos... algo frágil.
A YoonOh le recordó a la mirada que le había dado Taeyong cuando se separaron años atrás: sus ojos parecían suplicarle que se quedara incluso cuando le dijo que lo dejara en paz. La última vez ignoró esa mirada, ignoró sus instintos, se dijo a sí mismo que solo estaba viendo lo que quería ver. La última vez había respetado los deseos de Taeyong y se había ido, su racionalidad había vencido a sus emociones, y Taeyong había terminado miserablemente en un matrimonio con un hombre tres veces mayor que él. No me dejes, esos ojos parecían pedir en silencio, sin importar lo que su dueño dijera en voz alta.
Tal vez YoonOh realmente solo estaba viendo lo que quería ver, pero estaría jodido si defraudara a Taeyong dos veces. Todavía recordaba lo que Taeyong le había dicho cuando se separaron hace años, su voz amarga y vacía. Pero eso no significaba que no lo quisiera.
—No, — dijo YoonOh. —No voy a ninguna parte.
Los ojos de Taeyong se abrieron casi cómicamente, sus labios se separaron. —¿Qué? — susurró, su mirada buscando algo, como si no pudiera creer lo que estaba escuchando.
—¿Qué se supone que significa eso? — Dijo Jeno, su voz fría.
YoonOh ni siquiera lo miró.
Sabía que el hombre era el futuro rey de este país que ya ejercía mucho poder, pero YoonOh no era su tema. No le debía ninguna explicación. A la única persona a la que le debía algo era a Taeyong; nadie más. Le molestaba que los demás estuvieran mirando y escuchando su conversación, pero YoonOh difícilmente podía despedirlos, considerando que él era el invitado no deseado allí.
—Significa lo que dije, — dijo YoonOh. —No me alejaré de ti, amor.
Alguien detrás de él hizo un ruido ahogado.
La garganta de Taeyong se movió mientras tragaba. —No entiendo. — dijo en una pequeña voz que casi rompió el corazón de YoonOh.
Tomó los dedos de Taeyong entre los suyos y los apretó, sosteniendo la mirada de Taeyong. —Quiero que seas feliz. — No, eso no era correcto. YoonOh hizo una mueca, sonriendo con autodesprecio. —Ojalá fuera tan desinteresado como tú, pero no quiero que otro alfa te haga feliz. Quiero ser el que lo haga. Nadie te hará más feliz que yo.
—Vaya, tiene suerte de estar tan bueno, porque eso es algo de arrogancia. — Uno de los hermanos de Taeyong murmuró detrás de él.
YoonOh lo ignoró, sus ojos solo en Taeyong. —Tal vez sea arrogante de mi parte pensar eso. Pero nadie te apreciará más que yo, Tae.
La expresión de Taeyong se arrugó, sus ojos sospechosamente brillantes. —Solo dices esto por tu sentido equivocado de protección, — dijo, su voz no del todo firme. —En realidad no me quieres de esa manera.
YoonOh le dirigió una mirada de incredulidad y se rio. —Si no te quisiera, no estaríamos en esta situación, amor.
Sonrojándose, Taeyong lo miró fijamente. —Sabes a lo que me refiero. Obviamente no es ese tipo de deseo. No es que no sea importante también, pero...
YoonOh se quedó mirando ese rostro sonrojado y nervioso y sintió una oleada de afecto abrumador. Joder, amaba este ridículo desastre de chico.
El pensamiento hizo que el corazón de YoonOh diera un vuelco, su sonrisa se desvaneció.
Lo examinó cuidadosamente, pero aún se sentía... correcto. Amaba a Taeyong. Jodidamente lo adoraba, más que nada. Este ridículo e incómodo joven se sentía como la pieza que faltaba en su vida, la pieza que faltaba en su corazón. Esto era lo que se había estado perdiendo todos estos años. Estaría condenado si lo perdiera de nuevo.
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Blurred Lines | Jaeyong
Fiksi PenggemarEnamorarse de un caliente doctor alfa no estaba en los planes de Lee Taeyong cuando acude a una clínica para curar sus extraños calores. Por desgracia, parece que eso no será fácil cuando el Dr. Jung sugiere un tratamiento experimental para ayudarlo...