El error de conocerte

El fin

Lo vi salir, y no quería volver a verlo en mi vida.

Gastó casi toda mi estabilidad emocional, se llevó mi corazón con el, y cuando pensé que, si me lo devolvía, sería en una cajita, quizás algo machacado, pero entero, me lo rompió en mil pedazos, como se rompe un cristal al caerse al suelo.

Se llevó lo que mas consideraba importante, y no lo devolvió.

Confiaba en el.

Creí que confiaba en mi, que me quería, que podíamos confiar entre nosotros.

Creí...  creí que no se iría.

Pero se fue.

Y no me dejó ni espacio para reaccionar.

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En la escuela fue todo un trabajo no llorar al verlo en los pasillos.

No compartíamos clase, pero igualmente fue duro pensar en que ahora estaba con otra chica en otro salón, al día siguiente de terminar nuestra relación por ella.

Fue complicado mostrarme fuerte ante todos, especialmente mis amigas: No quería que me vieran llorar, no las quería poner en un problema que ellas no quieren meterse, ya tienen los suyos, el mío dudo que les importe.

Así que fue muy difícil.

Tan difícil que no soporté más, al llegar a mi casa lo decidí: Si no aguantaba una semana con esto, lo hacía.

Aunque suponga un problema, ya nada me importa, quería hacerlo, pero esperaría una semana.

Y esa semana fue durisima: apenas comía, hablaba sólo con mi mamá y las chicas, dormía poco y lloraba mucho. Muchísimo

En conclusión: Estado depresivo.

Había escuchado a varias personas decir que habían pasado por un cuadro depresivo, asi que sabía los síntomas de como era.

Tambien había escuchado a varias personas decir que algún amigo, familiar o conocido, no aguantó, y se terminó suicidando.

Suicidio.

Palabra que aterroriza.
Que marca.
Casi tabú.
Normalmente, nunca se me había venido a la cabeza la idea de suicidarme.

Y no pensé que en, algún momento, esa idea me sea tan clara.

Pero demasiado clara.

Tan clara que daba miedo.

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Voy por la calle.

Tengo miedo, pero se que si lo hago, se terminan mis problemas.

Sólo cinco minutos más, y se terminó.

Lágrimas gruesas caen sobre mi mejilla.

No, no puedo arrepentirme.

Estoy sufriendo mucho.

Puedo parecer exagerada, pero es verdad: Una ruptura puede doler mucho, especialmente si te enteras que te estuvo engañando probablemente por demasiado tiempo.

Llego al puente.

Subo al puente, con miedo, pero sin arrepentirme.

Miro abajo.

Cruzo la baranda.

Me siento mareada, inconciente, al borde del desmayo.

Escucho voces, pero estan muy lejanas, escucho advertencias, pero mi cerebro no las comprende.

Me siento en el aire, y escucho más gritos.

Siento que me estrelló contra algo muy duro, pero no se que es.

Siento que mi cerebro deja de funcionar.

Se me hace difícil respirar.

Pienso en el chico que me hizo llegar hasta acá, que me hizo tomar esta decisión.

Escucho bocinas de autos, y una sirena de ambulancia.

Cierro mis ojos.