VIII.

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8.

Me levanté de la cama intentando no hacer tanto ruido, e intentando no moverlo, para no despertarlo. Me sentía mal. Quería vomitar. Y al conseguir librarme de su agarre, corrí al baño y devolví todo, tengo casi certeza que mis tripas salieron también.

Me lavé la boca, y me cepillé los dientes. Me miré al espejo un rato. Suerte que iba vestida. Iba vestida solo con ropa interior y con la playera de Zayn. Suspiré. Aún no creía que había dormido y tenido una noche con Zayn. Sonreí. Me había gustado. Fue estupendo, aunque obligado. Ese hombre sabe cómo hacer a una mujer. Salí del baño aún sin poder controlar mis sonrisas, y cuando mire hacia la cama, Zayn ya se encontraba despierto, mirándome.

—Buenos días. –dijo sonriendo, y desarreglando aún más su cabello.

—Hola. –me puse seria.

—Ven aquí, quiero hablar contigo.

Fui hacia él, y me senté en la cama, subiendo los pies. Me recosté y lo miré, estaba perfectamente sexy. Solo llevaba puesto sus bóxers, lo que me dejaba ver todo su cuerpo bien formado. Era tan perfecto. Pero tan bestia.

—Anoche... Anoche fue todo estupendo. –dijo, acariciando mi pierna.

—Sí, seguro. –dije, feliz por dentro, pero manteniendo mi expresión seria por fuera. No quería darle el gusto de ver que me entregué porque si me gustó. –Estabas tan ebrio que ni sabías que era yo la chica con quién estabas teniendo sexo.

—Claro que sabía. –se defendió. –Hey, ¿no te gustó? –preguntó frunciendo el entrecejo.

—Me obligaste a hacerlo. No lo hice porque quería. –dije evasiva.

— ¿Qué? Si no querías me lo hubieras dicho.

—Sí, claro. Como si fuera que si me negara te lo tomarías bien. Admítelo. Me forzarías de todos modos. Con golpes de regalo. –me crucé los brazos sobre el pecho.

—Pero si te gustó. –dijo engreído.

—Cállate.

Vi de reojo como se levantaba. Rodeó la cama, y se puso a mi lado, se agachó y me besó lento por algunos segundos, se detuvo y me guiñó un ojo, finalmente salió de la habitación y entró a la suya. Me levante y cerré mi puerta, me quedé recostada de espaldas, deslizándome y dejándome caer hasta llegar al piso.

Aún no creía nada de lo que sucedía. Era todo un sueño imposible. Me di cuenta de cuán grande eran mis sentimientos por Zayn. Estaba demasiado feliz. Y no debía estarlo. Además de sentirme feliz, también me sentía una zorra ofrecida. Pero no importa. Me gusta Zayn. Y me gustó haber tenido una noche con él, mismo él estando ebrio.

Después de darme un buen baño relajante, me vestí y bajé a desayunar. Para mi buena suerte, Ana comenzaba a poner dos platos y dos vasos en la mesa del comedor, y Zayn aun no estaba. Miré mi reloj, eran las diez de la mañana.

—Hola Ana. –saludé, y me senté en mi respectivo lugar.

—Buenos días, jovencita. –sonrió.

Entró a la cocina y trajo un plato en cada mano; uno tenía tocinos con huevos, y el otro tostadas con dos tipos de mermelada que no supe identificar. Volvió a entrar y salió con una jarra de jugo de... ahm, creo que era de naranja.

La Bella y La Bestia. (Zayn Malik)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora