– Debes estar mirando hacia atrás, así – Peter me mostró de nuevo como posar. Me estaba comenzando a desesperar, llevábamos media hora en el mismo puente y el tonto no estaba conforme con ninguna foto.
– Se supone que las fotos deberían ser naturales, como improvisadas – él rodó los ojos.
– Bien, entonces te tomaré fotos desprevenidas – bufé y me alejé de él –. Oye, en serio, tenemos una semana completa para entregarlas, ven, mejor vamos por un café.
– ¿Me estás invitando a comer?
– Te estoy pidiendo amablemente que pasemos un rato juntos para poder convivir – reí por su cinismo.
– Lo que menos quiero es convivir contigo, ¿sabes qué? Nos vemos mañana, no puedo seguir estando en el mismo lugar que tú – iba a comenzar a caminar hacia la parada del autobús.
– Oye, ¿cuál es tu problema? – ¿En serio preguntó eso?
– ¿Cuál es mi problema?, ¿quieres saber cuál es mi jodido problema? Estuve enamorada de ti desde los diez años cuando entraste a la escuela hasta los dieciocho, te di toda mi confianza y me traicionaste – dije volteando para confrontarlo –. Al final, para poner la cereza encima del pastel, me humillaste en frente de todos en la preparatoria cuando hiciste tu estúpida broma – sentí mi cara completamente caliente cuando terminé de decirle todo.
– ¿Estabas enamorada de mí? – Peter me miró y rasco su cabeza –. Mira, en serio lamento lo de la broma, sé que fue algo estúpido.
– Vamos Peter. Me rompiste el corazón y te llevaste el crédito en nuestras fotos de otoño.
– Entonces, por eso me odias – asentí. Me recargué en el barandal, tratando de calmarme.
– Sí, además, te vi burlándote de mí el otro día cuando estaba en mi trabajo – él se puso a lado de mí –. Sabes, no todos nacimos en una familia linda, tuviste suerte de tener padres amorosos.
– Lo lamento – apreté los labios tratando de controlar mis ganas de llorar.
– Mira, no quiero ser tan grosera contigo, al fin de cuentas estoy trabajando para ti, pero sólo eso, no quiero que me vayas a buscar a mi casa y tampoco quiero que me invites nada – aclaré mientras metía mis manos en los bolsillos de mi pantalón.
– Entiendo, no te preocupes, ya no insistiré.
– Gracias – miré a Peter, él me extendió la cámara –. ¿Qué haces?
– Toma las fotos tú, y tranquila, esta vez sí te daré créditos. Ahora, dame tu cámara, para fingir que yo también estoy tomando fotos – me quedé callada, simplemente tomé su cámara entre mis manos y le di la mía.
El resto de la tarde estuve tomándole fotos a Peter, nos gustaron la gran mayoría. Al parecer el problema era Peter que quería fotos perfectas.
No le creí nada cuando dijo lo de darme créditos, lo más probable es que se queje de que fui mala con él o algo por el estilo. Al llegar a casa me sentí vacía, sin Lucy nada es igual, al menos con ella podía desahogarme, aunque no me entendiera.
Recordé la caja de cumpleaños que me dio face, fui a mi recamara y la saqué. Abrí la caja y miré al fondo, face me dijo que quitara la pequeña hoja que lo cubría. La quité y vi que tenía algo escrito.
"No, no me rendiré".
Sonreí al ver esas palabras, por segunda vez en el día sentí mi cara arder, pero por una razón diferente.
Dejé la caja a un lado y comencé a pensar en los acontecimientos de los últimos días. Face llegó a cambiar mi vida de una manera positiva, jamás me había sentido con vida hasta que él me comenzó a invitar a salir, de hecho, habíamos quedado en cenar en la noche.
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vagones
Roman d'amourLos vagones del metro siempre se llenaban de gente, era algo que a ella le incomodaba, mientras que a él le fascinaba. Tan diferentes pero tan iguales.