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Habían pasado 6 semanas desde que Rachel había llegado a la guardería. Y una que otra cosita había ocurrido también en ese lapso de tiempo.

Lo llamaría roces, pero no sabe si son exactamente eso. Cuando George llegaba por su pequeña Rachel, le sonreía levemente, a veces le decía cosas extrañas, algunas veces indignante, no era exactamente un halago que le dijera "Buen trasero", ahora le daba vergüenza caminar frente al castaño.

Sentía esos ojos oscuros sobre su persona, como si lo quiera comer, lo hacía, en su mente, no lo podía saber.

Al principio ese tipo de coquetos le molestaban, pero después descubrió algo que hizo su corazón romperse.

La pequeña Rachel no tenía mamá, ni beta, ni alfa, nada. Ahora entendía la razón por la cual la pequeña estaba tan acostumbrada a los biberones y no tenía el aroma de un omega nunca en su persona.

Normalmente las madres llenaban a los pequeños de sus aromas para que se sintieran seguros, pero Rachel siempre olía su papá.

Ese delicioso aroma a eucalipto. Muy embriagador, y puede o no que se haya quedado con un pequeño paño de Rachel para tener el aroma de su padre.

Y pude o no ser que lo tenga bajo su almohada para olfatearlo todas las noches, Alex le había comprado un igual a la pequeña así que nunca descubriría nada, incluso cambiaba los paños cuando se le acababa el aroma del pelinegro, así tendría un paño con mucho aroma.

Cada vez que el pelinegro aparecía Ale no podía evitar que un sonrojo cubriera su rostro y miraba el suelo lleno de vergüenza.

Sin embargo, algo que le gustaba bastante era lo apegada que era Rachel con él, no le gustaba estar con ningún otro omega, si alguien que no era él la cargaba, la pequeña lloraba a mares y no callaba hasta que estuviera de vuelta en sus brazos.

Aunque, había lago que no lo dejaba tranquilo, Rachel siempre se pegaba a su pecho, pero no en la forma de acurrucarse, sino, buscando algo allí. Trataba de agarrar con sus manitas sus pechos por encima de su delantal.

Siempre terminaba haciendo algo para que se distrajera de eso, no era que le incomode demasiado, pero ella buscaba algo que no había allí.

Ese día estaban aprendiendo los fonemas y como se escribían, los cachorros más grandes entendían mejor eso, pero la pequeña Rachel apenas si podía balbucear unas palabras incompletas e inentendibles.

-Di papá, pa-pá-. Estaba sentado junto con los otros pequeños, quienes escribían en hojas los fonemas enseñados.

Rachel estaba sentada al frente del de piel lechosa y lo miraba de lado, como si no logrará entender del todo lo que decía.

- ¡Pa-dá! -. Exclamó ella aplaudiendo y riendo alegremente, y Albon solo suspiro.

-Maestro Albon, mamá se escribe con los dos palitos con la loma, ¿Verdad? -. El de piel nívea rio ante la imaginación del pequeño Angel en describir de esa forma la "m"

-Si, m y a, forman ma, dos son mamá, tiene un pequeño punto en la parte de arriba de la última que es el acento. Pero eso lo aprenderás poco a poco, solo no olvides ponerlo.

- ¡Sí maestro Albon ¡-. Angel volvió a su escritura y Rachel se le quedó mirando, no hacía ni decía nada, solo miraba al cachorro escribir.

- ¿Quieres intentarlo pequeña? -. Le preguntó con una sonrisa a la castaña y ésta se volteó hacia el mientras sonreía como si le entendiera lo que dijo.

𝗕𝗲 𝗠𝘆 𝗠𝗼𝗺𝗺𝘆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora