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¿Estaba listo? No tenía ni la más mínima idea, pero ese día tenía que serlo, guardar su miedo en lo más profundo de su mente y hacer lo que tenía que hacer.

Se había preparado, o eso creía, no era muy fan de meterse un dildo un día que no fuera de su celo, era más extraño y menos placentero.

Sí, ese día iba a dar un siguiente paso en la relación. Había agradecido de que su alfa no le hubiera presionado por eso, desde el día en que lo había dejado fuera de su cuarto, casi toda una noche.

En fin, él se lo había buscado así que no tenía nada de que quejarse.

Tenía una cita esa noche, en casa del alfa, comida hecha por él, y estaba conforme con eso. Una vez George le había preguntado porque nunca había pedido una cita en algún restaurante o algo.

La respuesta era simple en realidad, al vivir casi como ermitaño no se sentía cómodo en un lugar con muchas personas, por eso prefería comer en casa, además, estaba seguro que las cenas en esos restaurantes caros no se iban a comparar con las que hacía su alfa.

Había acabado de salir del baño, buscó en su cajón de ropa interior algo cómodo, pero a la vez "atractivo" para ponerse, después de todo sería una velada especial, quería lucir bien para su encuentro nocturno y esa prenda negra fue de su agrado.

No hacía mucho frío, así que optó por colocarse un pantalón de jean algo ajustado, una remera blanca junto con su típico calzado, unas zapatillas blancas.

En su mochila amarilla metió un cambio de ropa para la noche y otras cosas más. Salió hacía la casa del alfa, de verdad estaba pensando en mudarse con él, puede que esa noche se lo mencioné.

Minutos después, ya en la puerta principal de la casa del castaño, tocó el timbre y esta fue abierta a los segundos. Miró como el alfa le iba a decir algo, pero se quedó en silencio cuando lo vio, con una expresión sorprendida en su rostro.

Sonrió algo nervioso, caminó hasta cerca y dio un pequeño beso en los labios del alfa. Después simplemente camino hacía dentro meneando sus caderas.

-Huele bien Geogi, ¿Es pasta? -. Preguntó colocando su mochila en uno de los sillones del recibidor, vio como la pequeña corría hacía el con una sonrisa en carita.

-Mamá, mamá-. Exclamó la pequeña alzando sus manitas y Alex lo alzó gustoso.

-Mi pequeña, ¿Ya cenaste, quieres comer? -. Alex lo apapachó con cariño haciéndola reír, volteó hacía el alfa, quien parecía haberse quedado sin habla. -Geogi, ¿Rachel ya comió su papilla?

El omega podía sentir esa mirada verdosa devorarlo, recorriendo de arriba abajo su cuerpo por completo. Lo vio tragar saliva y asentir lentamente.

-Si, ya comió su papilla-. Fue lo que contestó al final, y Alex asintió, pero Rachel quería más comida.

-Bien, bien, comerás un poco más, pero no mucho para que tu pancita no duela ¿Sí? -. Alex ronroneo frotando su mejilla contra la de la pequeña, después miró al alfa de reojo. -George no descuides la cocina, yo iré con Rachel.

Alex se fue al cuarto del alfa, dejando solo a éste en la cocina. Al llegar suspiro, estaba nervioso, había tenido que usar todas sus fuerzas para que sus piernas no estuvieran temblando, las cuales estaban perfectamente depiladas.

𝗕𝗲 𝗠𝘆 𝗠𝗼𝗺𝗺𝘆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora