Capítulo 1

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"Un gran poder conlleva una gran responsabilidad", dice la famosa frase de una popular película de superhéroes, y Jeremías creía que no había nada más acertado para referirse a su vida. Siendo uno de los hechiceros más poderosos entre los de su clase desde que tenía memoria, cargaba sobre sus hombros con el peso de ser el guardián, el fiero protector de sus hermanos, en especial del mayor de los tres y líder de la rebelión, la cual trabajaba arduamente para destituir el cruel y tirano imperio oscuro.

Conectado profundamente con la naturaleza, era capaz de oír los susurros del aire, del agua, del fuego y de la tierra. A muy temprana edad, llegó a comprender los mensajes que estos le enviaban, las advertencias sobre peligros inminentes o el llamado a lugares donde había terribles amenazas que atentaban contra el equilibrio natural de la Tierra. Compartía su mismo lenguaje y se aseguraba de responder en cada oportunidad. Al fin y al cabo, era parte de su esencia, por lo que no podía, ni quería, ignorarlo.

No obstante, su conexión era mucho más profunda de lo que todos pensaban, ligada a través de sus emociones, por lo general firmemente contenidas e intensas, y eso le daba la habilidad de convocar a los diferentes elementos y utilizarlos para su propio fin. Sin duda, un arma muy peligrosa si se usaba para el mal. Su padre, consciente de esto, por supuesto intentó aprovecharse; sin embargo, Jeremías tenía muy en claro cuáles eran sus límites y traicionar a sus propios hermanos era algo que jamás haría.

Por esa razón, cuando Ezequiel se rebeló contra el yugo opresor de su progenitor, el rey de la oscuridad, al igual que Rafael, lo siguió sin hacer una sola pregunta. Su hermano mayor era cien por ciento empático y muy compasivo. Aunque tenía la habilidad para entrar en la mente de quien fuera y obtener sus más profundos secretos, se negaba a usar su poder para tales fines, a menos, claro, que no tuviera otra opción.

Poseedor de una gran inteligencia y capacidad de liderazgo, se alzó contra los mandatos de Samael por el bien no solo de sí mismo, sino de la humanidad. Los amaba y velaba por su seguridad en un mundo que se había vuelto demasiado hostil y violento para ellos.

Rafael, por su parte, era un poderoso sanador, capaz tanto de curar como de provocar horribles daños y matar al enemigo en cuestión de segundos. No obstante, no dudó ni por un instante al seguirlo sin mirar atrás. Pese al origen oscuro que todos compartían, su corazón siempre se inclinaba hacia la luz y encontraba reconfortante ayudar a aquellos humanos que lo necesitaran. Después de todo, el don divino corría por sus venas, hecho que quedó más que demostrado luego de su transformación.

Tanto él como Ezequiel se habían convertido en ángeles, luego de encontrar el verdadero amor, por lo que ya no había oscuridad en sus almas, ni un solo vestigio. A Jeremías, en cambio, le sucedía lo opuesto. Si bien jamás había tenido tendencia o encontrado placer en dañar a los humanos, tampoco despertaban en él demasiado interés. Le parecían criaturas frágiles y vulnerables sin ningún tipo de cualidad o fortaleza en comparación con los extraordinarios poderes que poseían los demonios.

Aun así, eso no le impidió volverse su fiero guardián desde el momento en el que su hermano mayor decidió que debían cuidar de ellos. Confiaba en el criterio de Ezequiel y haría lo que fuese por protegerlo, tanto a él como a Rafael, así tuviese que dar su vida en el proceso. Si él decía que había que velar por ellos, entonces eso era lo que haría.

Sin embargo, ir en contra de su propia esencia oscura era mucho más difícil de lo que había pensado que sería. Su íntima conexión con la naturaleza lo hacía volátil y extremadamente letal, más que cualquier otro demonio. Cada emoción profunda e intensa tenía un efecto directo sobre la Tierra. Si algo lo inquietaba, una tormenta comenzaba a desarrollarse a su alrededor. Si se frustraba o peor aún, se enfurecía, entonces los vientos se agitaban con fuerza, pudiendo crear en segundos devastadores y destructores tornados.

Su ángel caídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora