Ansioso por volver a perderse en su calor, le acarició la espalda con la yema de los dedos mientras la acercaba más a su cuerpo, grabando en su memoria la exquisita sensación de tenerla desnuda entre sus brazos. Jamás imaginó que pudiera llegar a gozar de ese modo con una mujer, pero claro, con ella todo era diferente. No se trataba solo de sexo. Gaia era su destino, la única capaz de sosegar su alma atormentada y colmarla de luz. Era su pasado, presente y futuro. Le pertenecía por completo y pasaría el resto del tiempo que les quedara juntos amándola de todas las maneras posibles.
Inspiró profundo al sentir el roce de sus duros pezones contra su pecho y con un gruñido de fiera necesidad, profundizó el beso. Su lengua acarició la suya de forma lenta y pausada, a la vez que la sujetó de las caderas con ambas manos cuando la sintió mecerse de forma sensual sobre su pelvis. Controlando el impulso de rodar encima de ella y enterrarse de lleno en su interior, le permitió moverse con tortuosa lentitud sobre su eje, quemándolo con la ardiente humedad de su deseo.
Incapaz de resistirse, Gaia se dejó llevar por la arrolladora pasión que solo él despertaba en su cuerpo, danzando sobre su regazo en un intento por calmar sus ansias. Nunca antes se había sentido tan excitada, y la desesperación por volver a albergarlo dentro de ella comenzaba a volverla loca. Él la hacía arder en llamas, haciendo aflorar un irresistible anhelo y anulando todo pensamiento coherente que pudiera llegar a tener. Nada importaba en ese momento más que tomar lo que era suyo.
Sin dejar de besarlo, se aferró a sus hombros para poder elevarse sobre sus rodillas y llevando una mano allí donde sus cuerpos se rozaban, alcanzó el grueso y palpitante falo. Lo sintió estremecerse cuando sus dedos se cerraron a su alrededor y complacida, amortiguó con su boca, el ronco gemido que escapó de sus labios. Entonces, lo ubicó en su entrada y sin darle tregua, se deslizó, poco a poco, hacia abajo hasta que su miembro estuvo encajado por completo en su interior.
—Dios, vas a matarme —susurró él cuando su delicioso calor lo envolvió en toda su extensión.
Jeremías le había cedido todo el control a ella y, de algún modo, eso aumentaba cada sensación a su máxima potencia. Una repentina descarga eléctrica le recorrió la columna cuando se abrió paso entre sus músculos en búsqueda del dulce cobijo, y la agarró con más fuerza para inmovilizarla. Temía que el más mínimo movimiento lo lanzara directo al abismo cuando lo que en verdad quería era prolongar el momento todo lo que pudiera.
Aun así, su voluntad se hizo añicos en cuanto la oyó jadear contra sus labios y ya sin poder resistirse, hundió los dedos en su carne, instándola a balancearse sobre él con más velocidad. Si bien en un principio los movimientos eran exquisitamente lentos, no tardaron en aumentar de intensidad. Cada estocada se volvió más brusca y profunda, los gemidos de ambos llenaron pronto la habitación, acompañados del arrullo de la constante tormenta que seguía desarrollándose en el exterior.
Gaia murmuró su nombre cuando el más increíble orgasmo la desgarró por dentro con violencia y, agitada y temblorosa, buscó su mirada. Ahora más que nunca necesitaba perderse en sus ardientes y bellos ojos mientras experimentaba cada ola de placer que recorría su cuerpo.
Un trueno estalló en el cielo en el instante en el que el deseo desbordaba finalmente a Jeremías, llevándolo directo a su propia liberación. La electricidad fluyó en sus venas al alcanzar el clímax y todo su cuerpo se sacudió ante la violenta descarga de placer. A través de la conexión que compartía con ella y la Tierra, percibió cómo los elementos se enlazaban en perfecta armonía para celebrar la unión de dos almas que estaban destinadas a estar juntas.
Pronunciando su nombre con un grave gemido, se dejó ir mientras experimentaba el mayor acto de posesión y entrega.
—Te amo, Gaia —susurró con los ojos fijos en los de ella—. Nunca creí que esto fuera posible, pero acá estás, sos mía y te quiero con todo mi ser.
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Su ángel caído
RomanceLibro 3 Trilogía Oscuridad. Historia corta. ♡ Considerado el hechicero más versátil y poderoso, Jeremías, el menor de los hermanos responsables de la caída del imperio oscuro, es temido por muchos y odiado por otros. En perfecta sintonía con las fue...