Parte 2

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Acordaron varias reuniones para poder conversar, al principio en algún café o local de comida, después pasaron a verse en la banca de un parque cercano durante el almuerzo del trajeado, llegando al final a citarse en un pequeño bar tras la jornada laboral de Atsushi.

El castaño estaba cómodo con la compañía, hablar con el sextillizo resultaba sencillo y relajante, sin temas aburridos o estresantes que lo agobiasen terminó siendo su desahogo al arduo trabajo.

Por su parte el Matsuno estaba contento de tener un nuevo amigo, aunque se propuso que aquello no fuese más que una relación de trabajo, al final le fue inevitable congeniar con el joven empresario, quien, como un buen hombre de mundo, tenía variados temas de conversación.

*

Karamatsu iba en dirección al trabajo de Atsushi, con el paso acelerado y ligeramente preocupado, puesto que, tendrían que haberse visto a la hora del almuerzo en el parque de siempre, pero el de traje no apareció ni respondía sus llamadas. Llegó sin problema ante su oficina, antes de siquiera preguntar o dar razón de su presencia fue interceptado por un joven moreno.

- ¡Matsuno! Que oportuna tu visita.

El sextillizo enarcó una ceja denotando su confusión.

- Lo siento, seguramente no me recuerdas, íbamos juntos en la escuela, soy Yanagida – se presentó al acortar la distancia y estirando su diestra.

El otro estrechó la mano ofrecida, apenas y rememorando un poco el rostro de un amigo de Ichimatsu.

- Fue toda una sorpresa enterarme que estaban juntos, nunca pensé ver a Atsushi en una relación seria, ya sabes, con lo popular que es – mencionó sin soltarle.

- ¿Popular? – repitió el otro.

- Bueno, tu mejor que nadie lo sabe, atrae a cuanta mujer se le cruza, y claro, hombres también – finalizó el apretón de manos con una expresión que el sextillizo no logró interpretar – en fin, ya que estas por aquí hazme un favor y encárgate de que ese terco no muera en la oficina – solicitó mientras le pasaba una pequeña bolsa blanca – te dejo, tengo trabajo que terminar.

Karamatsu le vio alejarse, al revisar el contenido de la bolsa se apresuró dónde Atsushi. En cuanto llegó a la oficina tocó levemente, ante la falta de respuesta se atrevió a entrar, el joven empresario ni siquiera reparaba en su presencia, oculto tras una laptop se le escuchaba teclear con rapidez mientras diversos documentos tapizaban su escritorio.

Atsushi mantenía la vista en la pantalla, ligeramente encorvado y con una expresión de molestia en su rostro; por unos segundos se quedó mirando el objeto triangular que repentinamente hacia acto de presencia ante sus ojos, parpadeo varias veces hasta distinguir el sándwich para después mirar a Karamatsu de pie sonriendo ampliamente. Al recordar su cita se colocó de pie al instante - ¡¿Qué hora es?! – cuestionó a la par que buscaba su celular, el cual estaba sepultado bajo una pila de papeles, al ver en pantalla las llamadas perdidas y los mensajes se dejó caer en su asiento – lo lamento mucho Karamatsu, perdí la noción del tiempo.

- Tranquilo – se estiró un poco para ofrecerle el aperitivo – lamento también presentarme sin avisar, admito que estaba un poco preocupado – de la bolsa saco una bebida de café y la dejó al alcance del otro.

- Gracias, me hacía falta recargar energía.

- Debes agradecerle a tu compañero, no sabía que Yanagida trabajaba aquí, aunque si soy sincero, no lo recordé al verlo – admitió ligeramente apenado mientras tomaba lugar en el sofá cercano a la puerta.

Atsushi se detuvo antes de dar el primer mordisco para mirar fijamente al sextillizo - ¿Yanagida? – Cuando el otro asintió se colocó de pie, con el sándwich y lata en mano se encaminó hasta el cesto de basura para tirar ambos elementos sin duda alguna – Karamatsu, sé que no tengo derecho a decirte con quien puedes hablar, pero si es posible, evita a ese tipo, es un doble cara.

Pasos para no enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora