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La joven se balanceó de un edificio a otro, observando su ciudad pues cada noche realizaba un pequeño recorrido para asegurarse de que todo estuviera bien.
Sin embargo no se imaginó que se abriera un portal en medio de su trayectorio absorbiendola en el proceso.
Del otro lado de aquel portal se encontraba en el suelo agachada, alzó la vista tapándose con la mirada de dos personas, una mujer afro y un hombre fornido.
— ¿Dónde estoy¿ ¿quiénes son ustedes? —cuestionó mientras se levantaba.
— Me llamo Jessica y él, es Miguel —habló ella mientras se acercaba a ella, pero la joven se posiciono en defensiva—. No te haremos daño.
— ¿Cómo podría confiar en ustedes? Hace solo un momento estaba en mi ciudad. —respondió desconfiada.
— Te entendemos y solo danos un momento para explicarte lo que sucede. —pidió la mujer.
La joven sin más aceptó, la invitaron a sentarse no sin antes ponerle el brazalete para que su cuerpo no rechazara aquel universo.
— ¿Quieres algo? —la voz varonil y gruesa del hombre se hizo presente.
Ella giró notando notando la presencia de Miguel, simplemente negó ante la propuesta de él y volvió a ver hacia al frente, admirando aquella sociedad aracnida.
— Es difícil de asimilar que hayan tantos spidermans —comentó embelesada por los trajes y apariencia de cada spiderman que pasaba por sus ojos—. ¿Cómo?
— Fui yo. —dijo Miguel detrás de ella, su mirada se clavó en la de Miguel.
— ¿Qué hago yo aquí? —cuestionó.
— Todo a su tiempo, te lo contaremos todo. —habló Jess mientras caminaba hacia ella.
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— ¿Entonces con este reloj podre viajar al universo que quiera? —aquel brazalete en su muñeca hacia juego con su traje.
— Podrás venir cuando quieras y también si te necesito- si te necesitamos. —corrigió rápidamente causando la mirada pícara de Jess hacia él.
