Prologo

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¿Cómo la recuerdo? Recuerdo su cabello alborotado por el viento en el patio trasero de mi casa, como brillaba más fuerte que los rayos del sol y formaban perfectas ondas alrededor de su rostro. Suave, rebelde y perfecto de color café claro. Recuerdo sus ojos, tan azules como el cielo mismo, dos faroles que iluminaban mis días, ellos mostraban su sinceridad al hablarme, la belleza de su alma. Sus labios, suaves como el terciopelo, sabios como ningún otro, de allí provenía aquella melodiosa voz que jamás me cansaba de escuchar. Su cuerpo, ni más ni menos, simplemente perfecto, adoraba tenerla entre mis brazos, apreciando acariciar su suave piel.


Me gustaría que estuviera en este momento conmigo. Anoche volví a soñar con ella. Soñé que estaba entre mis brazos, viendo su hermosa sonrisa, apreciando sus bellos ojos. La extraño tanto. Pero en este momento lo único que siento es temor. No quiero olvidarla, pero a medida que pasa el tiempo comienzo a hacerme muchas preguntas, como, ¿Sus ojos eran celestes como el cielo o se parecían más al azul noche? ¿O si la voz que suena una y otra vez en mi mente es su voz o una simple adaptación de la mía? Y ahora me pregunto si alguna vez todo esto fue verdad. Vuelvo a leer lo que acabo de escribir. Esto no puede ser verdad, tal vez solo fue producto de mi imaginación. Las personas que decían ser sus padres no recuerdan haber tenido una hija, y los registros de la escuela en los que pude buscar, su nombre no aparece. Pero luego recuerdo porque estoy escribiendo en este diario y porque siento este dolor en mi pecho, y es cuando me doy cuenta, de que el dolor es el único recuerdo que tengo de que ella alguna vez existió, de que alguna vez estuvo aquí, junto a mí, en nuestro lugar, Aca en la Tierra...

Acá en la TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora