Capitulo 2: "Un castigo no tan bueno"

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¿Cómo hacer mal mi trabajo? Esa pregunta se repetía una y otra y otra y otra vez en mi mente. Observo La Tierra, deseo estar ahí, saber que se siente ser una mortal completamente despreocupada de mi aburrida y corta vida. Sentir las verdaderas razones por las cuales hacen lo que hacen. Hacer algo completamente diferente de lo que he hecho los últimos tres milenios. De repente mi mente se ilumino. Odio. Lo contrario del amor es el odio. Debo hacer que los mortales se odien. Pero tampoco quiero provocar un caos sobre La Tierra, las consecuencias serian imperdonables. Así que busque un lugar, uno pequeño. Y encontré uno perfecto para mi travesura. Esta situado junto al océano Atlántico, el cual Poseidón anhela tanto, al sur de una gran porción de tierra. Una pequeña ciudad, llena de adolescentes. Los adolescentes son mucho más fáciles de controlar. Ellos son demasiado vulnerables cuando se trata de amor, ni hablar de su susceptibilidad. Provoque un gran revuelo en un grupo de ellos. Algunos comenzaban a engañar a sus parejas, estaban con más de una persona. Otros se enamoraban de personas casadas, con personas que les doblaban la edad. Hice que algunos se obsesionaran con otras, haciéndolos llegar a la mismísima locura. No había pasado más de cinco minutos desde que había empezado, cuando sentí una profunda respiración detrás de mí. Voltee para encontrarme con sus furiosos ojos negros. Su espeso cabello blanco se encontraba, ahora, de puntas y su ceño se fruncía completamente furioso.


-¿Qué es lo que estás haciendo?-Pregunto en un grito ensordecedor. Creo que de sus orejas hasta salía humo. Lo mire completamente sorprendida y aterrada a la vez, jamás lo había visto así en mi larga vida.

-Emm... yo solo...- Tartamudee.

-Tú solo ¿Qué?-Grito de la misma forma. –Acabas de arruinar destinos completamente escritos, estas arruinando TODO.

-Perdón... yo no quise...

-No quiero escuchar tus escusas, estoy muy decepcionado de ti Afrodita- Contesto con un tono más calmado pero igual de furioso, con sus cejas grises, casi, unidas. Sentí una punzada en el pecho, jamás lo había decepcionado. Espero que este plan salga bien porque si no, creo que el Olimpo se va a quedar con una Diosa menos, y eso que no estoy hablando de mi.

-Lo... Lo... Lo siento, yo... yo no quise arruinar nada, yo solo...

-Dije que no quiero escuchar tus excusas- Me miro fijo con sus intimidantes ojos. Tomo su frente observando hacia otro lado frustrado. Y luego de un suspiro volvió a observarme. -¿Sabes? Voy a castigarte- Dijo completamente seguro. –Estoy pensando en desterrarte- Mis ojos se abrieron como platos.

-¿Qué? NO... no, por favor no- Suplique. Nunca tuve esa opción en cuenta. ¿Qué es lo que había hecho?

-No permanentemente- Continuo. –Estoy pensando muy seriamente que me arrepentiré de esto, pero, quizás valga la pena- Mi cuerpo se relajo, pero no tanto, algo en sus ojos me decía que me esperaba lo peor, pero aun seguía teniendo esperanza. – Te enviare a La Tierra- Sentencio aun con su ceño fruncido. Mi cara cambio completamente, quise sonreír, pero no es lo apropiado, así que me contuve. –No te emociones- Había notado el cambio en mi rostro. –No será de vacaciones como tú pretendes- Continuo, y mi rostro cayo completamente, fruncí el ceño sin entender.

-¿De qué estás hablando?- Pregunte confusa.

-Iras a La Tierra, a resolver este problema- Declaro, pero aun seguía sin ver el problema, podría hacerlo, y todavía tendría tiempo libre. –Sin poderes.

-¡¿Qué?!-Pregunte abriendo los ojos como platos.

-¿Crees que te la dejaría tan fácil?- Pregunto levantando una ceja. Definitivamente acababa de conseguir la reacción que él esperaba.

-Pero, ¿Cómo resolveré todo? Es imposible hacerlo sin poderes.

-Nada es imposible, deberías empezar a creerte eso, es una de las creencias fundaméntelas de algunos mortales- Dijo Zeus, y por alguna razón me pareció que sonreía con satisfacción. Aunque en realidad, estamos empatados, yo conseguí ir a La Tierra, aunque no de la manera que quería, y él consiguió castigarme, aunque no sabe que yo lo tenía todo planeado.

-Necesito mis poderes para resolver esto- Sentencie.

-Que lastima, pero no los tendrás, y tienes solo dos meces para resolver esto.

-¡¿QUÉ?!-Pregunte abriendo aun más los ojos. – ¿Solo dos meces? Emm, imagino que... estamos hablando de nuestro tiempo ¿Verdad?- Pregunte algo ilusionada.

-Claro que, hablo del tiempo mortal, así que, ve pensando que es lo que harás.

-Pero...

-Fin de la discusión. Ven cuando el sol comience a iluminar la, ahora, horrible ciudad que arruinaste- Dio media vuelta – Ah, esto ahora, me pertenece- Dijo volteándose. Con un chasquido de dedos hizo que un frio intenso recorriera todo mi cuerpo. Hizo desaparecer mis poderes.


¿Cómo haré para arreglar todo sin poderes? Me senté en mi sillón de cristal tratando de conseguir alguna idea. Pero aunque exprimiera demasiado mi cerebro, no tenía ni una idea de cómo resolver esto sin magia. Cada idea que llegaba terminaba en invocar algún poder. No puede hacerme esto, ¿Qué sería de él sin su rayo? NADA, exactamente como yo sin mis poderes. Absolutamente NADA. Se suponía que iría a La Tierra a experimentar que se siente ser un mortal, no para arreglar problemas, tuve que haber pensado en esto antes.


-¿Y? ¿Cómo te fue?- Escuche su voz e inmediatamente cerré los ojos exhalando e inhalando profundamente. Ella metió esa idea en mi mente.

-MAL-Grite mientras me levantaba del sillón y me dirigía hacia ella.

-¿Cómo que mal? Acabo de escuchar que te enviara a La Tierra- Su ceño fruncido formaba algunas arrugas en su frente.

-Si, pero quiere que resuelva todo el lio que cause- Conteste con amargura.

-¿Y qué esperabas?-Pregunto luego de soltar un suspiro- ¿Qué te enviara de vacaciones?

-Emm SI, exactamente eso esperaba- Admití.

-¿Y quién esperabas que resolviera todo ese lio?-Preguntó señalando La Tierra con desprecio. -¿Yo?

-Claro que no- Contesto soltando un bufido. –Realmente no me molesta arreglar ese lio, el problema, es que quiere que lo haga sin poderes. ¿Cómo lo hare sin ellos?

-Mmm, eso es un GRAN problema-Dijo pensativa. Camino de un lado a otro pensativa, la seguí con la mirada, de derecha a izquierda, una y otra vez, hasta que finalmente freno de golpe. –Ya sé-Dijo emocionada mientras se acercaba a mí. –Te daré un poco de mis poderes, él no se dará cuenta.

-¿Tus poderes? Lo siento, pero ellos no me ayudaran a resolver nada- Dije observándola fijamente. –Necesito amor, no sabiduría- Confirme con las cejas en alto.

-No soy tonta, lo sé-Contesto ofendida. –Pero mejor que nada es- Con un chasquido hizo que mi cabeza comenzara a dolerme. ¿Cómo es eso que con un simple chasquido quitan y dan poderes? No estaba enterada de eso.


El sol comenzó a iluminar la pequeña ciudad que tanto había arruinado, debo ir a lo más alto del Olimpo, donde Zeus descansa. Luego de subir los veinticinco escalones finalmente me encontré con su mirada. Aunque ya no parecía tan furiosa como hace un momento.


-¿Estas lista?-Pregunto, algo en su tono de voz me inquieta, pero me dedico a asentir con la cabeza. –Muy bien, ven por aquí- Dijo indicándome el camino con su brazo, hizo que me parara sobre un escalón en forma de circulo. –Cierra los ojos, y que te vaya muy bien mi queridísima Afrodita... -Y antes de que me cegara una luz blanca, vi su sonrisa, grande y satisfactoria como solo él sabía hacerla.

Acá en la TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora