CAPÍTULO V Me gusta la valentía

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CAPÍTULO V

Me gusta la valentía.

Para el hombre que es valiente para amarme cada día: Mi Sol.

Cnt. 1:2

-¿Qué hizo ese imbécil?- por un momento creí escucharlo gruñir y secretamente disfruté de su enojo y de su casi inexistente control.- ¿te maltrató? Dime Ruth, que no es la primera vez que le oigo alzarte la voz- todo su cuerpo se había puesto en tensión.

-No me hizo nada porque no se lo permití. Hubo un momento en que me asusté por su reacción pero no me dejé intimidar, estoy cansada.- hice una pausa para explicarle todo lo mejor que pude y le conté el motivo de su rabia.- Cuando él estaba tratando de disculparse vio tu suéter y me gritó, pensó lo peor de mí, de nosotros, como siempre; lo que me pareció extremadamente absurdo, porque si yo le importara tanto, realmente me fuese ayudado anoche.- hice otra pausa y tomé un poco de cerveza para pasar la rabia que volvía a emerger del recuerdo- entonces entendí que lo de él eran celos de los estúpidos, que no tienen nada que ver con amor y sí todo que ver con ser muy machitos y territoriales y ¿sabes qué? yo no soy un objeto. Soy una persona, una mujer, que merece ser cuidada y valorada, no tratada como una propiedad sobre la qué reclamar sin darle amor ni cuidado ni nada más.- me detuve allí, seguí comiendo, pero Armen quería saber más.

-Pero ¿cómo quedó todo Ruth? ¿acaso terminaron?- sus ansias me daban risa, pero imité su carita de póquer y me limité a responder.

-No, él se fue. Todo quedó así, en la madre de las rabietas y ya.- volví a encogerme de hombros y ví su gesto, muy breve fue la expresión de su rostro, pero fue claro y evidente su enojo.- Mira Armen, la realidad es que estoy pensando seriamente acerca de mi futuro, de la boda, aún tengo tiempo para asegurarme que estoy haciendo lo correcto.- lo miré con la expresión más fría que pude lograr.

-Me sorprende que estés pensando en eso, reconsiderandolo, tu eres tan decidida a llevar las cosas hasta el final, que jamás creí que escucharía esas palabras.- y de repente su expresión cambió, lo conozco tanto que supe inmediatamente qué estaba pensando y lo corté antes de que mi molestia fuera ahora por él.

-Te quiero aclarar que te cuento esto porque somos amigos, eres mi mejor amigo y mereces ser el primero en saber que estoy tomándome mi tiempo respecto a Raúl, el matrimonio es una decisión muy importante cómo para no meditarlo hasta el final. Todavía estoy viendo y analizando los cambios en Raúl, debo hacer lo mejor para mí- volví a tomar otro largo trago para darle la estocada final a la conversación y dejarlo sin palabras- y siendo honesta, hoy llegué a la conclusión de que prefiero estar sola, a estar con un imbécil que no me ama, estoy cansada de la cobardía para enfrentar los sentimientos- lo miré directamente a los ojos- me gusta la valentía, el valor para decir y hacer las cosas que uno siente, lo que dicta el corazón, ya estoy hastiada de esas conductas tan absurdas donde es más fácil mirar hacia otro lado en lugar de dar la cara y decir lo que uno siente sin importar el resultado. Así que sí, voy a pensar muy bien y si tengo que quedarme soltera lo haré y esperare que esa persona valiente y decidida llegue y me diga que me ama sin importar nada más, ni la edad, ni las circunstancias, que se entregue a mi y me ame, así como yo lo haré.- afirmé.- Sí Raúl termina demostrando que sigue siendo ese hombre maravilloso que conocí hace varios años, entonces seguiré hasta el final y seré su esposa.- Concluí.

Seguimos comiendo, yo con una aparente calma que estaba lejos de sentir y él, con su hermoso rostro totalmente expuesto a todas las emociones, pude ver claramente que pasaba de la sorpresa a la alegría y luego al enojo. Pero decidí no darme por enterada y en cuanto la cena terminó me levanté para pagar la cuenta e irme de allí.

-Espera Ruth ¿a donde vas?- me tomó con fuerza de la muñeca y me sorprendió su desespero en la forma de agarrarme.

-Voy a pagar la cuenta y a irme a mi casa, tengo sueño.- hablé sin mirarle a los ojos.

-Dejame pagar a mí por favor- Esta vez se levantó y se me acercó mucho, su cuerpo rozaba el mío.

-No- seguí sin mirarlo- todavía no me haz dicho cuanto te debo por la reparación, no se cuanto me vas a cobrar y sigo en deuda contigo, por haber ido por mi ayer, se que lo haces por tu sentimiento de amistad y deber hacia mi, por lo que déjame al menos regalarte la cena.- me solté de su agarre y fui hasta la caja, pagué rápidamente para no darle chance de nada más y salí a la calle, estaba agotada por todo lo sucedido.

-Gracias Ruth, por la cena- me tomó de la mano y comenzó a caminar conmigo- sabes que siempre estoy para ti, no importa lo que pase, puedes contar conmigo.- me molestaba ese tono condescendiente- sabes que no es un deber de amigo Ruth, yo simplemente siempre pienso en tí y quiero cuidarte- dejó de hablar y lo ví inseguro, creí que quizá él iba a sincerarse- tu eres mi amiga es cierto- torcí los ojos, seguía allí siendo el amigo cuidadoso, cuando fui a callarlo él habló- y también eres más...- se detuvo y me miró sus ojos brillaban con una emoción que para él era prohibida, se me acercó y acarició mi rostro con sus dedos, ese toque suave lo sentí reverberar en todo mi cuerpo, sin poder controlarlo, cerré los ojos para disfrutar ese inexplicable momento- Ruth, tu eres mucho más, siempre lo haz sido- su voz se tornaba cada vez más ronca y la escuchaba muy cerca de mí- yo nunca podría dejarte sola, te lo dije ese dia, donde estés llegaré- sus palabras se volvieron un susurro en mi oído y su aliento caliente erizaba la sensible piel de mi cuello.

De repente me estaba besando, sus labios estaban sobre los míos, en un beso suave, delicado, caricias que me estremecían, me dejé llevar con cada roce de sus labios y tan solo me atreví a colocar mis manos sobre su pecho, no podía creer que me estuviera besando, nuevamente, en el mismo dia... pero recordé lo sucedido en la mañana después del beso y tuve miedo de repetir la escena, él sintió la tensión en mi cuerpo y se alejó, volvió a tomarme la mano y siguió caminando sin hablar más, sin decir nada más. No sabía qué sentir, ni que decir, la felicidad inicial dio paso a la ansiedad y luego al llegar al edificio lo que abundaba en mi era la frustración y una profunda tristeza. Él sin mirarme a los ojos sacó las llaves de mi guerrero las puso en mi mano y se acercó para dejar un suave beso sobre mi mejilla

-Que tengas buenas noches Ruth, por favor entra rápido, que puede ser peligroso y llámame si necesitas algo.- me sonrió y allí estaba esa cara neutral otra vez. Fue suficiente.

-Buenas noches Armen y para que quede claro, no te he dado la libertad de besarme- él me miró sorprendido, seguro que no se esperaba que tuviese el valor de hablarle así- ¿Acaso crees que voy a quedarme callada? me dices esas cosas, que soy más... ¿qué más? me besas y luego lo dejas así. No Armen, no soy la niña que se dejaba moldear a tu antojo. Te lo dije, soy una mujer adulta y a ver si comienzas a entenderlo, deja tu asquerosa cobardía y da la cara y- él intentó interrumpirme, pero alcé la mano y lo detuve- si no eres capaz de aclarar tu comportamiento entonces te agradecería que no vuelvas a tomarte atribuciones que no te he dado. Recuerda que sigo siendo una mujer comprometida- Alcé la mano para mostrarle el solitario que brillaba en mi dedo.

-Te ha gustado que te besara- ese simple susurro y su sonrisa socarrona me hicieron hervir la sangre.

-Te has equivocado si crees que por un simple beso yo voy a dejarte hacer lo que te da la gana- lo apunté con un dedo- decide quien quieres ser y me avisas a ver si estoy de acuerdo con eso, pero esta es la última vez que me besas y luego huyes como un cobarde, ahora vete. No tengo nada más que decir ni tampoco deseo escucharte.- cuando comencé a caminar recordé la reparación de mi carro- casi lo olvido, por favor envíame la cuenta de la reparación y muchas gracias Armen por haberlo reparado.- seguí caminando y con cada paso las lágrimas asomaban en mi rostro.

¿Y SI DEJO DE PENSARTE?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora