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La expresión de Haruchiyo podía decir todo lo que pensaba pero su lengua siempre llena de veneno decidió también dejarlo claro con palabras

- ¿Acaso te dejaron caer de pequeño o es que estabas así de nacimiento?- El rojo en sus mejillas había disminuido pero dejaba un rosado pálido bastante bonito, sentándose en la cama para no ver la cara del menor.

- Que cruel eres Akashi-kun.- En sus labios se formo un puchero mientras aun estaba acostado en la cama.- Pero aunque te sorprenda, te lo estoy preguntando enserio.

Eso congelo al akashi cada vez esa situación era mas inusual y aquello no le daba buena espina 

- Niño, entiendes que le estas pidiendo a un completo extraño que conociste ayer que se quede en tu casa, definitivamente eres un idiota.-

- No soy idiota akashi-kun pero por tus acciones puedo notar que no estas bien, tienes miedo y no quieres volver a tu hogar o ¿estoy equivocado?.- Takemichi observaba el rostro de Haruchiyo observando como todo su dolor y miedo salían a la luz mientras que su cuerpo temblaba, había acertado.- Parece que no me equivoco, y aunque se que me dirás que no puedes vivir aquí, no voy a permitir que sigas viviendo un infierno, ¿te queda claro Akashi-kun.?

Las palabras de ese niño calaban profundo en su mente, como alguien que parece que no mata ni a una mosca podía llegar a ser tan serio con sus palabras. No noto que el menor se sentaba y con sus manos tomaba su rostro.

- Akashi-kun déjame ayudarte, aquí ya no sufrirás más, te prometí que no dejaría que te volvieran a lastimar, permíteme ser tu héroe.- Al acabar de decir aquello le dio una sonrisa de seguridad para que supiera que todo lo que decía era sincero. Y así el corazón del pequeño niño salió a la luz, sus ojos se humedecieron y lloro, lloro desgarradoramente agarrándose del único soporte que tenia, un niño de ocho años que había sacando todos sus sentimientos a la luz.

Para Takemichi la vista era muy lamentable, cuanto había sufrido este niño no lo podía saber a ciencia cierta pero no dejaría que el ni ninguno volviera a pasar por aquello. El seria su héroe.

Sintió como por su rostro también empezaban a salir lagrimas, era muy doloroso ver eso, ambos estaban tan metidos en su burbuja que no notaron que el mayor de la casa estaba en la puerta de la habitación observando todo en silencio, se había levantado al escuchar un llanto desgarrador pero nunca creyó que seria del niño al cual había acogido en su casa el día de ayer.

No quería interrumpir así que solo se quedo en silencio, observando y esperando poder entender la situación a la cual su hijo y el otro niño estaban afrontando.

Entre los sollozos y gemidos lastimeros del mayor de los niños un suave susurro salió de sus labios.

- Quiero quedarme aquí...-


Sin excusas esta vez, perdónenme por la tardanza y gracias por todo el apoyo

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Sin excusas esta vez, perdónenme por la tardanza y gracias por todo el apoyo.

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