Capitulo 3:Visita

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Por las calles tranquilas de la ciudad de Orario cierto albino caminaba tranquilamente.

El era Bell el cual tenía ciertos pensamientos mientras caminaba.

—estoy en racha —susurro Bell con determinación—. Ya pasaron tres días desde que no voy al hospital, Welf está que no se la cree.

Y eso era verdad, desde ese día que llegó con el rostro inflamado por la pelea que tuvo con su amigo herrero ya no había vuelto al hospital y eso se debía al ver lo mucho que se preocupaba Airmid por él y honestamente ya no quería verla así.

—pero ahora no sé como acercarme a ella —penso desanimado entrando a la parte abandonada de la ciudad de Orario.

Welf le decía constantemente que fuera al hospital y pasará a saludar a Airmid o a algo parecido.

Se oía fácil pero para Bell era un gran reto ya que no sabría sobre qué tema hablaría con la chica quedando como un tonto.

—el abuelo y mamá nunca me dijeron como captar la atención de una chica —penso frustrado.

Lo único que recordaba era que su madre le decía que se enamorara de una chica de buen corazón como Airmid y su abuelo le decía que se armara potentes orgías con muchas amazonas y elfas, principalmente elfas ocasionando que se ganará un golpe de parte de su madre aunque no le hacía tanto daño a su abuelo pero aún así le dolía.

—tendre que pedirle otro consejo a Welf, por alguna razón la mayoría de sus ideas me parecen muy buenas —penso aún no muy seguro si acudir a él o no.

Aunque la imágen de Orario en llamas paso por mente como una premonición asustandolo.

—m-mejor sigo pensando por mi mismo —susurro nervioso.

Mientras seguía pensando en su plan seguía caminando hacia su hogar la iglesia abandonada, pensaba actualizar su estado ya que creía que había aumentado mucho en sus estadísticas ya que al no hacerse daño a propósito para ir al hospital salía casi ileso del calabozo dedicándose solo a pelear así que probablemente tenga más puntos en su estado.

—¿Pero a qué costo? —penso desanimado—. Ya no puedo ver el bello rostro de Airmid-san y su bella sonrisa.

Tendría que pensar en un plan rápido o si no terminaría volviendo a su mala costumbre de hacerse daño a propósito.

Y entre tantos pensamientos y preguntas por fin llegó a la iglesia abandonada entrando tranquilamente e ir abajo donde muy seguramente estaba su diosa descansando.

—Kami-sama ya volví —dio aviso entrando a la habitación que compartía con su diosa.

Aunque se congelo al ver que en la cama estaba sentando su diosa y en el viejo sofá estaba esa chica la cual había robado su corazón.

—A-Airmid-san —susurro sorprendido viendo la chica la cual lo miraba con ese rostro de muñeca que tenía.

—hola Bell —saludo tranquilamente aunque sentía alivio de verlo sano.

—por fin llegas muchachito, hay muchas cosas de las que hablar —dijo Hestia con una expresión seria asustando a Bell—. Siéntate.

Ante esas palabras Airmid se hizo a un lado en el sofá dándole a entender a Bell que se sentará junto con ella ya que era el único asiento que había en ese pequeño cuarto.

Este un poco avergonzado se sentó a la par de la chica donde de inmediato le llegó el dulce aroma de Airmid, no sabría como describirlo pero si sabía que era dulce.

—me alegra ver qué estás bien —susurro Airmid viendo al avergonzado Bell.

—¿Q-que fue lo que hice? —pregunto confundido no entendiendo que hacía Airmid allí aunque tampoco se quejaba, la había vuelto a ver y eso era más que suficiente para él.

Solo por verteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora