Capitulo 12:Sonrojos y recompensa

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—te aconsejo que vayas a Orario Bell, ya no tienes nada más que hacer aquí.

—n-no, no quiero dejarte sola.

Eran las palabras que decía un Bell de 14 años a su madre la cual estaba acostada en una cama con su piel mucho más pálida de lo normal.

—sabes muy bien que probablemente no pase de esta semana mi pequeño —dijo Meteria con una sonrisa triste—. Así que cuando eso sucede empaca tus cosas y ve a Orario a vivir tú vida al máximo.

—¡No! Aún tenemos diez ramas, si tomas otra vivirás más —dijo Bell con lágrimas en los ojos.

—las ramas ya no hacen efecto en mí, mejor guarda las pocas que quedan y llévalas contigo a Orario —dijo acariciando el cabello de su hijo el cual no paraba de llorar—. Estoy segura que lo mismo dijera tú abuelo si estuviera aquí.

—e-el abuelo murió, no quiero que tú también te vayas —susurro con dolor.

—yo tampoco quiero irme pero es algo inevitable —dijo con tristeza—. Así que lo mejor es que vayas a Orario y cumplas tu sueño Bell.

—sabes muy bien que no voy a vivir lo suficiente para ser un héroe —dijo Bell con una sonrisa triste.

—hablo de tú segundo sueño —dijo Meteria soltando un pequeña risa—. Recuerdo que siempre le decías a tú abuelo que te enamorarias de una sola mujer y que la harías feliz mientras el se quejaba que el mejor camino era el harem.

—no me lo recuerdes —susurro avergonzado.

—ve a Orario Bell, vive tu vida al máximo, haz amigos, enamórate y cuando encuentres a la mujer ideal asegúrate de protegerla y hacerla feliz —aconsejo mientras acariciaba el cabello de su hijo suavemente—. Vive tu aventura, tal vez sea corta pero vivirás al máximo y yo te estaré apoyando.

—e-esta bien —tartamudeo intentando contener sus lágrimas.

—ese es mi hijo, ahora ven aquí.

Y acercándose un poco más Meteria le dió un suave abrazo a Bell transmitiendole todo su amor.

—te quiero Bell.

—y-yo también te q-quiero mamá.

Fueron sus palabras sin intenciones de separarse de su madre manteniendose en esa posición hasta que Meteria quedó dormida por el cansancio de la enfermedad.

Lentamente Bell la coloco en la cama y la tapo con una sábana.

—buenas noches mamá —y con esas palabras Bell salió de la habitación para también descansar.

Al día siguiente.

Un Bell con una pequeña sonrisa caminaba a la habitación de su madre con una bandeja con su desayuno.

—he colocado un poco de las ramas en la comida, talvez así no se de cuenta —penso Bell sonriendo levemente—. A puesto que ni siquiera sabrá que fue lo que le devolvió la energía.

Y con esas palabras Bell entro al cuarto de su madre sin tocar.

—¡Mamá te traje el desayuno! —dijo Bell viendo a su madre la cual aún seguía acostada en su cama—. Está vez es jugo de naranja, tienes razón, creo que ya estabas aburrida del jugo de piña.

Con una pequeña sonrisa Bell se acercó a su madre la cual no le respondió.

—¿Mamá?.

Confundido Bell dejo la bandeja con comida en una pequeña mesa y se acercó a la cama.

—mamá ya traje el desayuno y está vez es el menú especial —dijo mientras se sentaba en la cama—. ¿Mamá?.

Al no recibir respuesta Bell empezo a moverla un poco para que despertara pero al tocar su piel estaba muy fría.

Solo por verteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora