16. RETOMANDO HÁBITOS

13 1 0
                                    

Rhea

Para cuando llego a casa sigo asimilando lo de Daniela, ¿por qué me dijo todo eso? Nadie aparte de Zion y Chesca sabía lo de los mensajes que, por cierto, habían vuelto desde hace unos días, pero no les había dicho nada. Es imposible que lo supiera. Chesca me prometió que no se lo iba a decir a nadie y Zion dudo que se lo haya contado, no llegaría a tanto, ¿no?

- ¡Zion! Levanta tu culo de la cama que tengo que hablar con-tigo. -espero no estar equivocada.

-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-

Zion

Que quiere esta pesada ahora. Por una vez que decido quedarme en casa sin hacer nada y no ir a dar una vuelta en moto, vuelve esta chavala a comerme el coco con sus dramas. El otro día, por ejemplo, la encontré llorando en su habitación, móvil en mano, porque no sé quién de un libro había muerto; le tuve que preparar un chocolate caliente mientras veíamos una película para que se le subiera el ánimo. Hay que ver.

- ¿Qué pasa cariño mío, amor de mi corazón? -suelto según oigo la puerta de mi habitación abrirse.

- Ugh, vete a la mierda, ¿sí? No estoy de humor.

- A ver, ¿Qué te pasa? -digo mientras se sienta junto a mí. No miento cuando digo que sólo nos falta el café para parecer las marujas del pueblo.

- ¿Te acuerdas de los mensajes anónimos que me llegaban? Los que me dijiste que te avisara si volvían a llegar.

- Te ha llegado otro. Si esque la gente quiere morir antes de tiempo. Déjame hacer una llamada. Me dejas tu teléfono para...- me corta antes de que pueda seguir hablando.

- No, no, no. No tengo otro mensaje, pero he hablado con Daniela y pues...

- Espera, ¿has hablado con Daniela? ¿Tú? Pero si cuando la ves sólo te entran ganas de pegarle. - ahora le corto yo, que se joda.

- Por eso mismo, para terminar la tontería. Además, tampoco se me nota mucho.

- No que va -ruedo los ojos al decir esto. Esta payasa no sabe disimular nada, con mirarla un poco puedes saber toda su vida. No es que la mire todo el tiempo, pero se le nota mucho y es gracioso. Ejem.

- Bueno no me distraigas. A lo que iba. ¿Se lo has dicho?

- ¿El que? -la molesto un poco más. Que fácil se irrita, me encanta.

- Lo de los mensajes, imbécil. ¿Me estas escuchando?

- Te escucho, te escucho. No le he dicho nada ¿por?

- Cuando he estado hablando con ella, ha hecho comentarios raros, cómo si lo supiera. Y pensaba que se lo habrías dicho.

- Me dijiste que no se lo dijera a nadie; eso he hecho.

- ¿Entonces por qué me dijo esas cosas?

- A mí que me cuentas. Le puedes preguntar al parasito que tenemos cómo vecino, seguro que querrá ayudarte. - desde la última pelea que tuvimos en el hospital todo era diferente; nos disculpamos, pero siento que aún tenemos la espina clavada, por mi parte por lo menos sigue siendo así.

- ¿Celoso Potter?

- Quisieras. -vuelvo a rodar los ojos por quinta vez. Esta mujer es imposible.- Bueno, venga fuera. Que tengo cosas que hacer.

- Aja. Chao, Zion.

- Mhmm. -me despido mientras cierra la puerta y todo vuelve a ser cómo si una tormenta de emociones no acabara de pasar por aquí.

Intercambiando secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora