22. SORPRESA DE CUMPLEAÑOS

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Rhea

—Menos mal, pensé que eras otra persona. -le digo mientras giro mi cuerpo en la barandilla para mirar la ciudad.

Termina de entrar al balcón o terraza, lo que sea esto y se acerca a dónde mí sin que yo le haya dicho nada. No sé qué bicho le ha picado, pero puedo asegurar que el comportamiento que ha tenido hacía mí desde hace unos días no es normal.

—¿Qué tienes que decirme?

—Sé que estos días he estado ausente contigo, por así decirlo.

—Es una manera muy light de decir lo que has hecho. -le encaro. -De un día para otro dejaste de hablarme, Luka. Eso no es estar ausente, es ser irrespetuoso.

—Lo sé, pero tienes que entender que nunca quise

—¿Nunca quisiste que, Luka? -doy un paso hacía él con cada cosa que digo. - ¿Hacerme daño? - otro más. - ¿Conocerme? - doy un último paso hasta quedar a centímetros de él. -Hay otras muchas maneras de decirlo. No hay por qué ser un cobarde cómo lo has sido tú.

—¡No me llames cobarde! -grita iracundo a la vez que me agarra por los hombros. – No sabes nada. ¡Nada! Viniste aquí y pusiste todo nuestro mundo patas arriba. Asi que ahora no me vengas con tus tonterías.

—¿Pero qué estás diciendo? -me zafo de su agarre cuando ya me empiezan a doler los brazos. – Solo he venido aquí por un puto intercambio de mierda. ¡No es mi culpa que la gente no pare de amargarme la vida! -ahora soy yo la que termina gritando.

—Te mereces todo lo que te ha pasado.

—Ni se te ocurra volver a decir eso. -intento mirarle con la cara más calmada que tengo, que pena estar rodeados de gente y no poder darle un puño. Se lo ha ganado desde hace tiempo. -Ni se te ocurra volver a acercarte a mí.

— Créeme, esa era mi intención desde un principio.

—¿Entonces por qué me vienes con esto?

—¡Porque te odio! -doy un paso atrás porque intenta volver a agarrarme. -Me has quitado lo que más quería y te odio por eso.

—No te me acerques. -hace caso omiso a lo que le digo porque sigue avanzando hacia mí.

—Siempre te crees el centro del mundo, princesa. Vuelve de una vez a tu puta casa y déjanos en paz. –mi cabeza lleva procesando todo lo que está diciendo desde hace un rato, pero esto último hace que se me vaya la sangre a los pies.

Intento alejarme todo lo que puedo, pero la barandilla que tengo a mis espaldas es lo único que me separa de caer por una montaña. Definitivamente, este no es el Luka que conocí gritando y agarrando a gente cómo un loco. Aunque con esto último que me ha dicho no sé qué pensar. ¿Sería capaz? No, es imposible. Debe de tener algo muy mal en su cabeza para hacer todo eso y luego ayudarme y estar conmigo como si nada hubiese pasado.

Cada vez está más cerca y yo no sé qué hacer. Obviamente tengo que salir de aquí, pero el acorralándome cómo lo está haciendo, hace que mi cuerpo no pueda reaccionar. Solo puedo mirarle y esperar hasta que se acerque lo suficiente. Aprovecho este tiempo para mirar a su alrededor, ya que está dando la espalda a la entrada, para ver por dónde tendría que correr para salir lo antes posible.

Es en este momento que me doy cuenta de que tiene un botón de su camisa abierto. Mierda, el botón. Debe de ser el que tengo en casa. Joder, sí que es él. Joder, joder. Tengo que salir de aquí. Tengo que llamar a la policía. Tengo que

—¿Dónde está Zion ahora, princesa? ¿No que siempre estáis juntitos?

—Aléjate de mí, gilipollas. Me das asco. -su cuerpo cae ligeramente hacia atrás en una risa que solo hace que aumente mi odio hacia él.

—¿Sabes? No deberías de haberme dejado tu teléfono, me lo pusiste demasiado fácil. -sigue avanzando hacia mí. Un poco más.

—Ya estás delante de mí. -ignoro completamente lo que ha dicho. -Ahora que tienes pen-sado, ¿eh? ¿Empujarme?

—Por Dios, que dramática que eres. -dice rodando los ojos mientras coloco los pies en posición. -No voy a hacer nada, lo vas a hacer tu sola. -cierro mi mano derecha. – Cómo toda una mujer adulta, vas a recoger tus cosas y tomarás el primer vuelo que salga de aquí. -cojo impulso. – Con la boca cerrada.

—Espera sentado, gilipollas. -le lanzó puñetazo directo que acaba en su mandíbula y hace que se eche hacia atrás.

Salgo de este sitio lo más rápido que puedo y bajo las escaleras en busca de Zion y Chesca. Tenemos que ir a comisaria en cuanto antes, dudo que se quede aquí esperando a que lo detengan. No sé qué cojones acababa de pasar. ¿Cómo ha podido? ¿Por qué lo ha hecho? Miles de preguntas pasan por mi cabeza en estos momentos, pero no me paro a pensar en ellas. Primero tenemos que marcharnos.

Ya en la planta baja, la gente sigue bailando y bebiendo cómo si yo no me acabara de enterar que mi puto vecino y el que consideraba mi amigo me acosaba. No encuentro a ninguno de mis amigos en un principio, con que sigo corriendo, entremezclándome con los cuerpos. Sé que me ha seguido. Le he oído mal decir y salir corriendo en mi busca cuando estaba a medio de las escaleras.

Llego al otro lado del bar, sin éxito de haberles visto. ¿Dónde se han metido estos ahora? Por favor que ellos no estén también involucrados. Ahí sí que ya no sé qué haría con mi vida. Todo este intercambio habría sido una mentira. Ya no solo Luka y las clases de mate en las que me ayudaba, también mis amistades y lo que más me duele, Zion. Joder.

Sin haberme dado cuenta, había reducido mi paso casi hasta quedarme quieta. Miro hacia atrás con la esperanza de no encontrármelo, pero tristemente está más cerca que antes mirando en todos los alrededores en mi busca. No creo que me vea, estamos rodeados por demasiadas personas que no paran de moverse. Sigue buscando hasta que nota mi mirada y sonríe victorioso antes de mirar en mi dirección.

—Mierda. -susurro sin aliento.

Salgo de nuevo corriendo, esta vez hacia la puerta. Ya pensaré cómo avisarles, porque dudo que estén atentos a sus teléfonos. Estoy a punto de llegar cuando me empujan bruscamente hacía la pared. Cierro los ojos por inercia cuando recibo el impacto. Mierda, hasta aquí he llegado. Vuelvo a prepárame para lanzar otro puñetazo, está vez donde le más le duele pensando que es él. Menos mal que me estaba equivocando. Me quedo un segundo apreciando lo bonita que es la vida en este momento por haberme encontrado con él. Un segundo para después respirar profundamente perdida en los ojos verdes que tengo delante antes de ponerme en marcha otra vez.

—Wow, ni se te ocurra pegarme ahí. -antes que siga hablando, le agarro de la muñeca y ti-ro de él hacia la puerta. - ¿Me puedes decir por qué seguimos corriendo?

—¿Dónde está Chesca?

—Marchó hace media hora. Has estado casi dos horas hablando con él. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estas así? ¿Te ha hecho algo?

—Cállate, en cuanto salgamos de aquí te cuento todo. Ahora tenemos que llegar a la puerta. ¿Has venido en moto?

—Si, está aparcada afuera.

—Bien.

Conseguimos salir del bar medianamente rápido. Miro hacia atrás pensando que aún nos está siguiendo, pero no es así. Me habrá perdido de vista cuando este cavernícola me ha empujado o se habrá asustado como el cobarde que es en cuanto me vio con Zion. Mejor. No sé que le haría si lo viera en este momento.

Llegamos al aparcamiento dónde tiene la moto y monto en está poniéndome el casco. Él hace lo mismo sin rechistar cuando me ve subir primero y al sentarse, se agarra a mi cintura a sabiendas de lo que va a pasar. Salimos pitando, haciendo que las ruedas chirríen contra el asfalto.

—¿Te queda batería en el móvil? -consigo gritarle a pesar de la velocidad.

—Si.

—Llama a la policía. Diles que le hemos encontrado.

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Aquí tenéis otro capítulo 🥰

¿Por qué creéis que lo hizo? Os leo.

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Nos vemos amore ;3

Intercambiando secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora