19. SENTIMIENTOS ENCONTRADOS

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Zion

Salgo de la oficina bastante contento la verdad. Las últimas reuniones que hemos tenido han dado fruto y el proyecto ya está en marcha. Es por esto por lo que cuando arranco el coche para ir a casa pongo la música a todo volumen y bajo las ventanillas para disfrutar del atardecer mientras paso por el centro.

Al llegar, me encuentro con Luka a punto de entrar en su casa con Fiocco al lado. Ha crecido desde la última vez que lo vi. Nos saludamos con una simple inclinación de cabeza y entro en casa deseando relajarme y molestar un poco a la payasa. Pero cuando entro en esta unos ruidos provenientes de arriba son lo que llaman mi atención.

Dejo las cosas lo más rápido que puedo y subo pensando que alguien había entrado en casa, cosa que es imposible porque, si fuera así, las cámaras de seguridad hubieran dado la alerta. Cuando llego al segundo piso no veo a nadie por los pasillos y es en ese momento que otro golpe, esta vez más fuerte, viene de una de las habitaciones. Rhea.

Abro la puerta con más fuerza de lo que tenía intencionado, pero no me puede reprochar nada por pensar que alguien la estaba haciendo daño. Para cuando abro la puerta e inspecciono la habitación con una mirada para corroborar que no había nadie, la veo y hubiera preferido encontrarme con el gilipollas de turno y enfrentarme a él y así ayudarla, más que enfrentarme con sus propios demonios, que es con lo que me encuentro.

Intento acercarme para ayudarla, pero se aleja de mi murmurando algo con voz temblorosa que no logro a entender. Joder, que hago. Lo vuelvo a intentar y esta vez no habla, pero si choca con la puerta del armario al retroceder. Decido no acercarme a ella por ahora, no quiero asustarla aún más de lo que ya está. La veo caer al suelo con su espalda apoyada en el armario mientras sigue intentando recuperar la respiración. Tiene la mirada perdida y lo más probable es que no me esté escuchando, pero yo sigo hablando, aunque sea para intentar tranquilizarla lo suficiente como para poder acercarme hasta dónde está.

Sigo intentándolo hasta que llego a su lado. No parece darse cuenta de quién soy porque lleva repitiendo incoherencias los veinte minutos que llevamos aquí. Estoy desesperado. Llevamos veinte putos minutos y no consigue mejorar. No me deja tocarla, tampoco quiero, no quiero que se vuelva a alejar. Pero joder. No puedo verla así, pero tampoco sé qué debo de hacer. No me gusta gritar, pero en momentos desesperados hay que tomar medidas desesperadas, asi que lo hago y parece funcionar. Centra su vista en mí y por fin puedo ver esos ojos marrones ahora llenos de lágrimas.

Consigue decir mi nombre, después de que piense que era Luka y es ahí cuando me rompo. Oírla llamarme de esa manera me parte el alma. La traigo hacía mi con la excusa de ayudarla, cuando en realidad yo también necesito abrazarla y llega a tranquilizarse aún más. Al de un rato decido llevarla a la cama, asi que la cargo y vamos hasta ahí. No sé cuánto tiempo pasamos tumbados en su cama y sé que debe de estar agotada, pero el no saber el desencadenante de todo esto hace que me hierva la sangre. Ella ha estado mejor este último mes y no creo que haya tenido tal ataque de pánico de la nada, algo o alguien ha tenido que desencadenar todo esto.

Es por esto último que le pido que me explique que cojones acababa de pasar.

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— Estaba terminando de hacer unas cosas y mi movil sonó. Era un mensaje de Laura diciéndome que si ya no éramos amigas o qué. Y pues nada, le contesté al mensaje, pero me había dejado un poco tocada. Cuando me llego otro pensaba que era otra vez Laura, pero no. Era un mensaje de un número desconocido, lo abrí y me encontré con esto.

Me deja su móvil con lo que parece ser un video en pausa. Vuelvo a reproducirlo desde el principio, pero no veo nada. Veo cómo mueven la cámara y un sentimiento de asco me inunda. Que cojones estoy viendo. Intento buscar algo que me sirva para identificar quién lo hizo, pero no consigo nada.

Intercambiando secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora