Capítulo 6.5

140 18 6
                                    


El lunes de la reunión, un poco antes de que el pitido del coche de Kokonoi interrumpiera la conversación de Ran y él, uno diferente había recogido a Rindo y Sanzu más arriba de la calle. El tráfico iba lento por la carretera dirección al puerto. Rindo vio pasar por el arcén a un hombre en bicicleta doblando la velocidad del auto y rodó los ojos. Encima, tanto Sanzu como él habían terminado sentados en la parte trasera del coche porque la discusión sobre quién sería el copiloto a la ida había estado atorando el tráfico por demasiado tiempo sin resolverse. Aunque, bueno, a un acuerdo sí que habían llegado: los dos se fastidiarían antes que ver al otro salirse con la suya. Clásico en su relación.

⏤A la vuelta voy yo delante ⏤resolvió Rindo, que no tenía intención de que al terminar acabaran de la misma manera.

Ya que en aquellos momentos podría estar en su casa, y si no lo estaba era por echarle una mano desde la bondad de su corazón a Sanzu, le parecía más que razonable.

⏤¿Sentarte delante? No. Lo haré yo. Verás ⏤dijo Haruchiyo. Como si hubiera leído en la mente de Rindo su razonamiento, continuó hablando⏤. En la balanza de favores, sigues en deuda conmigo. Lo vas a seguir estando aunque supervises la recepción entera mientras yo me echo una siesta.

⏤¿Y eso a qué se debe? ⏤preguntó Rindo.

⏤Por haberte hecho de niñera en el Heavens ⏤resolvió Sanzu.

La mano de Sanzu estaba apoyada en el espacio entre ambos, bien cómoda, en el tercer sitio de los asientos traseros del coche. Sus piernas extendidas a sendos lados de su cuerpo como si tuviera un derecho innato a ocupar más espacio que Rindo. Se las había ingeniado para parecer estar más cómodo ahí detrás de lo que hubiera estado de copiloto y eso le molestaba al menor de los Haitani. ¿Qué iba a querer ser copiloto cuando iba despatarrado atrás como un rey? Empezaba a pensar que la trifulca de cinco minutos por quién iba delante no había tenido más propósito que fastidiar a Rindo.

En respuesta, él abrió las piernas también, escurriéndose ligeramente asiento abajo en el proceso. Para ocupar más espacio. Y estar más cómodo. Su rodilla terminó dando con la de Sanzu, pero ninguno de los dos pareció prestarle atención.

⏤Como si te lo hubiera pedido, cabrón ⏤se quejó Rindo.

Haruchiyo soltó una risa seca.

⏤Seguro que hubieras preferido lidiar con las consecuencias de lo que hicimos.

Aquellas palabras provocaron que se le secara la garganta. ¿Consecuencias de lo que hicieron? Rindo frunció el ceño, algo extrañado por la manera en la que Sanzu había formulado la oración. No era la primera vez que durante una salida nocturna se animaban más de la cuenta y terminaban con algún hombre herido o muy herido a sus pies. Conociéndose, tampoco sería la última. Y en lo referente a írsele algo de las manos y que terminara muerto sin entrar dentro del plan...

⏤No es la primera vez que mato a un tío ⏤Rindo se vio en la necesidad de establecer lo obvio.

Las consecuencias de matar a un hombre, a estas alturas, no le quitaban el sueño, si era eso a lo que se refería. Sanzu guardó silencio durante un instante que a Rindo le pareció anormalmente largo. ¿Nada de comentarios burlescos o reproches mofosos? Lo miró de reojo a la cara, tratando de discernir qué escondía. Incluso le dio un toquecito con la rodilla, que seguía en contacto con la de Sanzu, incitándole en silencio a que desarrollara.

⏤Claro. ⏤Terminó por esbozar una sonrisa socarrona que provocó que a Rindo se le retorcieran las tripas⏤. Me refiero a eso.

No se refería a eso. ¿A qué se estaba refiriendo entonces? A Rindo no le apetecía traer de nuevo a su cabeza todas las dudas que le había asaltado después de su aventurita con Sanzu en el Heavens, pero estaban volviendo. A una velocidad alarmante. ¿Algo que había hecho? ¿Que habían hecho, o había ocurrido? Si hacía labor de memoria, tal vez Rindo sería capaz de dar con aquello a lo que Sanzu estaba aludiendo, aunque el mero hecho de pensar en recordar nada sobre aquella noche le daba dolor de cabeza. Era como si los recuerdos de entonces estuvieran inaccesibles en su cabeza, guardados en el cajón cuya llave era cual fuera la droga que Sanzu le había dado.

Beautiful, Dirty, RichDonde viven las historias. Descúbrelo ahora