⏤Trescientos millones ⏤repitió Kokonoi.
La mano enguantada de Ran Haitani mantenía abierto el maletín cromado frente a él. Rindo, a la derecha de su hermano, se tiró del labio y asintió. Koko había manipulado suficiente dinero a lo largo de su vida como para poder estimar la cantidad a partir de los fajos a la vista y la profundidad del contenedor. En billetes de cinco y diez mil allí había por lo menos trescientos millones de yenes. Se pasó la lengua por los dientes superiores y alargó el brazo hacia el tesoro. Quería tocar. Contarlos. Pero Ran dejó caer la cubierta del maletín, que se cerró con un golpe seco a punto de pillarle la mano. Koko la retiró y sus dedos pasaron a entretenerse tamborileando la mesa de reuniones.
⏤¿Qué queréis? ⏤preguntó con cautela.
⏤Queremos ayudar ⏤respondió Ran⏤. Hemos oído que estás en un apuro.
El cese del repiqueteo de sus uñas contra la madera fue el único efecto visible que tuvieron sobre él esas palabras. Una sonrisa sosegada adornaba los labios de Ran. En su rostro fino, que Kokonoi recordaba salpicado de sangre e inmutable como una máscara, expresiones como aquella no le evocaban benevolencia. Ayudar. Koko sabía que tarde o temprano llegaría a oídos de sus colegas. Aunque le inquietaba que los primeros en aludir a la situación fueran los Haitani, no Mikey o Kakucho.
⏤¿Oído dónde?
⏤Eso no importa ⏤le cortó Rindo. Se inclinó y clavó los codos sobre la mesa, sus manos sosteniendo la cabeza al mismo nivel que la de Koko⏤. No es que quieras el dinero de ese maletín, lo necesitas.
Necesitar.
Repudiaba ese término. Necesidades eran el oxígeno, el alimento y el sueño. El resto eran placeres que se le antojaban. Como mucho, que quería. Pero si existía un elemento que, por encima de todos, aborrecía ver asociado a la necesidad, era el dinero.
Cada decisión que Hajime Kokonoi había tomado en los últimos catorce años había ido encaminada a acumular riqueza. Y hasta el incidente cinco meses atrás, todas ellas habían sido exitosas. Era una máquina de hacer dinero a la que se le había atascado una moneda. Se hundía más en mecanismo a cada billete impreso, haciendo saltar los engranajes, chirriando y echando más humo con cada millón producido. Volviéndose cada vez más lenta. Ineficaz. Le quedaba poca vida útil; si la máquina no funcionaba, se deshacían de ella.
Aunque no negó la acusación de Rindo, reprochó.
⏤Puedo conseguir dinero por mis propios medios.
⏤No tienes tiempo ⏤contestó él.
⏤Sabemos que puedes hacer dinero rápido y que tienes visión para los negocios ⏤continuó Ran⏤. Por eso confío en que sabrás que aceptar esta oferta ⏤Dio dos palmaditas sobre la cubierta del maletín cerrado⏤ es lo inteligente.
⏤Además de ganar los trescientos millones, neto, en un mes, te garantizamos discreción ⏤concluyó su hermano.
Discreción. Palabra clave. Hajime contaba con que los ejecutivos de Bonten terminarían por percatarse del bache... económico-funcional, por así decirlo, que estaba atravesando. Pero no quería que se divulgase antes de tenerlo bajo control. Los hermanos Haitani eran violentos, sádicos y prepotentes por naturaleza y, aun con esas, se las ingeniaban para que sus numerosos crímenes y vicios estuvieran perfectamente ocultos por una cortina de humo, incluso para los miembros dentro de la propia organización.
Le ofrecían efectivo rápido y eran discretos.
La máquina de hacer dinero no era un trasto inservible todavía. Koko personificó al hombre de negocios que había construído para situaciones como aquella. Cuadró los hombros, entrelazó las manos sobre la mesa y miró a su interlocutor principal, Ran, a los ojos.
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Beautiful, Dirty, Rich
FanfictionBello dinero sucio. Una deuda pone a Hajime Kokonoi, ejecutivo de Bonten, contra la espada y la pared. Ran y Rindo Haitani le proponen una manera de hacer dinero rápido, testando por diversión hasta dónde está dispuesto a llegar. La escalada del jue...