¿Cómo de humillantes podían llegar a ser unos tacones?
Era jueves y pronto anochecería. Kokonoi estaba sentado de piernas cruzadas en el sofá de su apartamento, vestido de punta en blanco para la reunión con Urashima Taro a excepción de los zapatos. Seguir llevando por el momento sus pantuflas de andar por casa no le reportaba ningún confort.
Debido a que la caja que Ran le había enviado estaba abierta a sus pies.
Los tacones seguían puestos dentro tal y como los había encontrado. Koko no podía apartar los ojos de ese rojo brillante y acaparador del charol que, de alguna manera insoportable, ni siquiera era ordinario. Llamativo y elegante eran dos adjetivos que consideraba, por lo general, incompatibles. Pero esos tacones parecían dispuestos a cuestionar sus creencias, así como solía hacerlo quien se los había enviado. Era exasperante lo deliberadamente escogidos que sabía que estaban. La curva del empeine, el remate en punta; pese a lo clásico del diseño, no podría evitar leer en sus formas cierto atrevimiento. Reto.
Ni siquiera se los había probado. No había tenido las tripas de hacerlo.
Aquellos zapatos delicados no estaban hiriendo su masculinidad. No era alguien prejuicioso en ese sentido. A estas alturas, ni siquiera golpeaban demasiado su ego, que había sido cercenado con anterioridad con aquel mismo jueguecito. Podría decirse que estaba volviéndose inmune. O, al menos, se estaba habituando. No era eso. Las implicaciones de cumplir con la petición de llevarlos a la reunión eran otras.
Se volvía un gesto abierto de sumisión hacia Ran Haitani.
En cuanto vio los tacones en su puerta días atrás, comprendió. Su colaboración no era gratuita, ni salía desde la bondad, como nada de lo que hacía. Ran le cedía el control en la reunión, aquel que Koko tanto ansiaba para salvaguardar sus secretos, a cambio de un tipo de control diferente. Un control íntimo que nadie más aparte de ellos dos conocería. Los tacones eran un símbolo, como podría serlo un yugo. O una mano en la parte baja de su espalda.
Tú tendrás control sobre lo que quieras siempre y cuando sepas que yo tengo control sobre ti.
Podría haber puesto esa frase en la tarjetita que llegó junto a la caja, porque es lo que quería decir realmente con todo aquello.
No cambiaría nada. El mensaje había sido recibido de todas formas y quedaba en manos de Koko qué hacer con él. Aunque la situación se aproximaba más a un ejemplo práctico de la falacia de la libre elección que a una decisión en sí misma. No podía permitir que Ran abriera la boca cuando tuvieran al líder de Urashima Taro delante. Por el bien de todos los implicados.
Así que se tragó el regusto amargo que se había formado en el fondo de su garganta y se calzó los tacones. Le quedaban como un guante. Una vez más, maldijo en su mente a Ran. En menos de veinte minutos vendrían a por él para llevarlo a la sede de Urashima.
Veinte minutos daban para mucho cuando uno estaba ansioso, se terminaría percatando Kokonoi. Había dado vueltas por su salón sin rumbo o propósito, con los tacones sonando a cada paso como un recordatorio continuo de dónde se había metido. Sus pensamientos, una espiral descendente hasta llegar al más fundamental caos.
Verse las caras con Miyahira de nuevo, el líder de Urashima, que con todo aquello de la tregua tenía que tener algún plan en mente que incluía la caída de la Bonten y un infierno personal especial para Kokonoi, era una cosa. Tener que hacerlo con Ran Haitani a su lado, viéndose obligado a controlar también lo que a saber que tenía pensado hacer ⏤sería necio creer que se estaría quieto⏤, era una notable complicación.

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Beautiful, Dirty, Rich
FanfictionBello dinero sucio. Una deuda pone a Hajime Kokonoi, ejecutivo de Bonten, contra la espada y la pared. Ran y Rindo Haitani le proponen una manera de hacer dinero rápido, testando por diversión hasta dónde está dispuesto a llegar. La escalada del jue...