dos

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era otra mañana tranquila camino al instituto, una hermosa sonrisa brillaba en sus labios y un gran suéter rosado tragaba su pequeño cuerpo, obteniendo miradas de varios alumnos, quienes a veces le saludaban con una sonrisa amable u otras decían algo bastante salido de lugar, provocando que el pequeño omega se enfadase pero no lo demostrase, sólo se mantenía sonriente, tal como su madre le decía.

no podía opinar, no podía encarar a un alfa, la cabeza siempre abajo, después de todo, que un alfa le prestase atención era una gran señal según su progenitora, significaba que alguna buena cualidad tenía y podría estar más cerca de cumplir con su deber.

continuó caminando hasta llegar a su casillero, donde guardó su libro de matemáticas y procedió a sacar el de historia, metiéndolo dentro de su mochila, deteniendo sus acciones al momento de sentir aquel suave olor a tierra inundando sus fosas nasales, provocando un cosquilleo en su piel y un suave reaccionar en su omega volteó su cuerpo a un lado para encontrarse con la dulce y agradable presencia de su pelinegro amigo.

-buenos días, juan- lo saludó sonriente el menor, cautivando al contrario con su ternura, su sonrisa siempre era tan brillante y cálida que hasta el mismísimo sol sentiría envidia.

hoy aquel jóven vestía sobre la camisa del uniforme un lindo suéter azul pasteloso, el color le quedaba de maravilla.

todo en aquel chico era tan hermoso.

-buenos días spreen, ese suéter te queda muy bien- correspondió el saludo, agregando junto a este un pequeño halago, obteniendo una suave risa de parte del contrario, su día parecía iluminarse más con esto.

su risa era como una dulce melodía de la cual se hacia un gran fanático y jamás se cansaría de escuchar. podía ser suave o escandalosa y sin importar qué, siempre seria demasiado hermosa y atrayente como todo en él.

-tu también te ves muy bien- tomó su rostro con cuidado, acariciando sus mejillas mientras sus miradas chocaban, ah, el corazón de juan comenzaba a alterarse y su lobo parecía reaccionar, dando pequeños brincos de emoción dentro suyo. -tan lindo~- canturreó antes de soltarlo, dejando al mayor como un manojo de nervios.

y luego de un pequeño silencio donde juan buscó calmar a su alterado corazón, continuaron su pequeña pero animada charla hasta que el timbre resonó por los pasillos y cada uno tuvo que marchar a su respectiva clase, despidiéndose con un leve abrazo que provocó que el corazón del omega volviera a latir rápidamente, deseando no separarse jamás de los brazos de aquel dulce chico, queriendo permanecer por siempre en la calidez y seguridad que estos le brindaban, lástima que tenía que soltarlo ahora si no quería llegar tarde y ser regañado por su profesora de historia.

al llegar al salón, se sentó en su respectivo lugar y saludó a su compañero de al lado, también conocido como su mejor amigo desde que inicio la secundaria, víctor, un beta bastante animado y lleno de energía, que lograba sacarle constantes risas y sonrisas.

ah, a veces le gustaría tanto ser un beta. ellos la tenían mas fácil, su madre jamás llegaba a imponer cómo debía ser un beta y eso sonaba grandioso, poder ser lo que quieras sin ninguna limitación, lograr lo que deseas sin que alguien te lo impida, no tener que cumplir con un papel impuesto por tu posición.

sacudió su cabeza y aparto rápido aquel pensamiento, no era correcto desear algo, era un omega, no llegaría a ser algo más.

-¿todo bien, juan?- preguntó un tanto preocupado el pelinegro, tomando la mano del omega quien asintió con la cabeza.

-todo esta bien, así que no te preocupes, vicky- le sonrió y dos minutos después la profesora ingresó, soltaron su suave agarre y sus demás compañeros detuvieron la charla que tenían, manteniéndose en silencio, la clase dando inicio, siendo otro día como cualquier otro en su tranquila vida.

chico pastel ★ spruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora