trece

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-no- dijo con tanta seguridad y firmeza que hasta él mismo se sorprendió de su tono, alzando la mirada para encontrarse con los ojos molestos de su madre.

su cuerpo temblaba levemente, el miedo y la adrenalina mezclándose para volverlo un desastre por dentro que intentaba que no saliese, no quería que la alfa viese lo asustado que estaba.

-¿te atreves a desobedecer a tu madre? ¿te atreves a simplemente alzar la cabeza ante un alfa? en serio tengo que ser más dura contigo para que entiendas tu lugar, juan- oh dios, la alfa estaba tan molesta, pero debía ser fuerte.

-estoy cansado de todo esto!- exclamó cerrando sus puños. -estoy harto de tus reglas y de que mandes en mi vida siempre, estoy harto de que critiques a mis amigos o a cualquier persona que veas en la calle simplemente porque no te gusta como viste o actúe, ¡estoy cansado de esto! ¡quiero libertad!-

-¡juan! ¡no le alces la voz a tu madre!- ella igualmente gritó, dejando el cuchillo a un lado mientras volteaba mejor a ver a su hijo, la ira corriendo por sus venas.

-no mamá, ¡ya estoy cansado de siempre seguir tus estúpidas reglas! quiero vestirme como se me de la gana, salir y divertirme, quiero sentirme seguro conmigo mismo y dejar de mirarme en el espejo con temor a lo que vayan a decir los demás, a lo que vayas a decir tú-

-oh juan, solamente estoy intentando convertirte en un buen omega, no como esos cualquiera que veo en la calle con sus ropas cortas o sus actitudes coquetas, parecen tan desesperados por simplemente conseguir algún alfa y luego se quejan cuando alguien les hace algo, pero tú eres un buen niño- su tono se volvía falsamente gentil mientras tomaba su rostro otra vez. -y es todo gracias a mi-

-no- apartó sus manos con cierta brusquedad -no quiero que sigas manipulándome con tus palabras, que me hagas sentir inseguro conmigo mismo, tal vez por eso papá se fue-

-juan, silencio- estaba tan enfadada, podía notarlo en su voz, pero también había una pizca de tristeza filtrándose.

-¡NUNCA LO DEJASTE EN PAZ! siempre estabas susurrando cosas, aplastando sus sueños, obligándolo a ser simplemente un omega obediente y dedicado al hogar ¡cuando no tiene que ser solamente así!- el fuerte sonido de la piel chocando resonó por toda la cocina, su mejilla ardía ante el golpe de su madre quien mantenía su mano en alto.

-te dije que te callaras- explotó, su voz de alfa era la que hablaba ahora ocasionando que sus piernas se sintieran débiles, sus rodillas temblando -ahora a tu habitación, estás castigado-

alzó la cabeza, dispuesto a dar pelea aún si sentía a todo su cuerpo volverse débil.

-¡A TU HABITACIÓN, DIJE!- y con la cabeza gacha, obedeció nuevamente las palabras de la alfa, su omega temblando al igual que él, rompiendo en un llanto al llegar a su cuarto y cerrar la puerta.

lloraba por el miedo, por el dolor, por la rabia acumulada, lloraba de pura impotencia, por primera vez se había atrevido a alzar la cabeza, a elevar su voz, a enfrentarse a su madre aún sabiendo que saldría perdiendo, como deseaba en este momento estar en los cálidos brazos de su padre, aquel que lo acunaba al dormir, tarareando una suave melodía antes de dejar un cálido beso en su frente. pero él lo había abandonado, abrazándolo una ultima vez, murmurando una disculpa antes de salir por la puerta y dejar todo atrás.

lo había roto, tanto a él como a la alfa, cuyo corazón seguía herido y le había prometido mientras calmaba su llanto que aún si ese hombre los abandonó, ella jamás lo haría, lo cuidaría y nunca le haría daño, ella amaba a su adorado pequeño, pero aquí estaba, siendo herido otra vez por la alfa que decía quererlo.

como deseaba que spreen estuviese aquí para consolarlo, para brindarle esa calidez diferente que tanto estaba buscando, quería sentir sus fuertes brazos rodeándolo, sus manos acariciando su cabeza y sus labios sobre su frente, quería escuchar su dulce voz que le diría que todo estaría bien, que debía seguir peleando por lo que quería.

esa noche durmió abrazado a su peluche, con sus ojos rojos e hinchados pero su lobo un tanto emocionado, pues a pesar de todo, por primera vez había demostrado que no tenía que ser por siempre un omega débil, dedicado solamente a obedecer a los alfas, a someterse ante estos; él también podía alzar su cabeza, gritar y enfrentarlos porque los omegas también eran fuertes y ningun alfa o beta debería hacerlos sentir de otra manera.

chico pastel ★ spruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora