Capítulo [10]

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El parloteo sin sentido molesta, pero las hermanas de Jeon, me irritan

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Cuando los presentes se retiraron después de cenar, Jimin corrió junto a su hermano y, al verlo muy recuperado, lo acompañó hasta el salón, donde la señorita Jeon y la señora Sung recibieron a Taehyung con profusas muestras de gozo. Jimin nunca las había visto comportarse de forma tan amable como durante la hora que transcurrió hasta que aparecieron los caballeros. Pese a la falta de adiestramiento de ambas damas en los métodos de combate, Jimin tuvo que reconocer que poseían una gran habilidad como conversadoras.

«Si las palabras pudieran decapitar a un zombi —pensó—, en estos momentos me hallaría en presencia de las dos guerreras más grandes del mundo.»

Pero cuando entraron los caballeros, la señorita Jeon dirigió la vista de inmediato hacia Min y le dijo unas palabras antes de que éste hubiera avanzado unos pasos. Min saludó a Taehyung, felicitándolo educadamente por su recuperación; el señor Sung hizo también una leve reverencia y dijo que «se alegraba mucho de que se tratara sólo de un catarro, en lugar de la extraña plaga». Pero fue Jeon quien la saludó más efusivamente, mostrándose encantado de su mejoría y colmándole de atenciones. Jeon se afanó en atizar el fuego durante media hora, no fuera que Taehyung empeorara debido al cambio de habitación. Luego se sentó junto al joven, sin apenas dirigirse a nadie más. Jimin se sentó junto a la pequeña rueda de afilar situada en un extremo de la habitación y observó divertida la escena mientras afilaba las espadas de los caballeros, las cuales había comprobado que estaban escandalosamente romas.

Después del té, el señor Sung recordó a su cuñada la mesa de juego, pero fue en vano. La señorita Jeon había averiguado secretamente que el señor Min no era aficionado a las cartas, por lo que la abierta petición del señor Sung fue rechazada. La joven le aseguró que nadie deseaba jugar a las cartas, y el silencio de todos los presentes sobre el asunto pareció confirmar sus palabras. De modo que al señor Sung no se le ocurrió otra cosa que sentarse en uno de los sofás y descabezar un sueñecito. Min tomó un libro; la señorita Jeon hizo lo propio; y la señora Sung, que se entretenía jugando con una de las estrellas voladoras de Jimin, participaba de vez en cuando en la conversación entre su hermano y el doncel Park.

La señorita Jeon estaba más pendiente de observar al señor Min mientras éste leía que en la lectura de su propio libro; y no cesaba de hacerle preguntas o de mirar la página que leía Min. Pero no logró obligarle a entablar conversación con ella. El señor Min se limitaba a responder a sus preguntas y seguía leyendo. Por fin, agotada por el esfuerzo de tratar de distraerse leyendo su libro, que había elegido sólo porque era el segundo volumen del señor Min, emitió un sonoro bostezo y dijo:

—¡Qué agradable es pasar la velada de esta forma! ¡No hay nada más entretenido que la lectura!

—Dicho por alguien que jamás ha conocido el éxtasis de sostener un corazón que aún palpita en su mano —observó Min.

La señorita Jeon —que estaba acostumbrada a que le echaran en cara su falta de adiestramiento en los métodos de combate— se abstuvo de responder. Bostezó de nuevo, dejó el libro y miró a su alrededor en busca de algo con qué distraerse. Al oír a su hermano mencionar al doncel Park un baile, se volvió hacia él y dijo:

—A propósito, Jungkook ¿piensas en serio organizar un baile en Netherfield? Te aconsejo que consultes los deseos de los presentes. O mucho me equivoco, o para algunos sería más un castigo que un placer.

Orgullo Prejuicio y Zombies | YM Adaptación ©itsminjiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora