Primeras citas

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Laura:

En ese momento estaba teniendo mi primera cita con Ken, los dos estábamos charlando sentados enfrente del mar.

—Bueno Ken, cuéntame, ¿Has salido con alguna Barbie antes de venirte hasta acá?— pregunté.

—Sí, salí con unas cuantas pero las relaciones que tuve con ellas acabaron mal— contestó Ken.

—¿Porqué? ¿Que pasó?— pregunté.

— Porque estaban locas— contestó, lo cual me dió una mala impresión de él.

—¿Que te hizo llegar a la conclusión de que estaban locas?— le pregunté yo inmediatamente.

—Que me montaran escenas de celos sin razón alguna— contestó él.

Aunque seguía teniendo una mala impresión de Ken decidí continuar con la conversación.

—Bueno ¿Y que te gusta hacer en tu tiempo libre?— pregunté cambiando de tema.

— Salir, viajar, ver la tele e ir a los toros— contestó él, lo cual hizo que tuviera una peor impresión de él.

—¿Te gustaría tener hijos?— me preguntó él a mí esta vez.

—De momento no, pero si tuviera me gustaría criarlos de manera respetuosa, no como hacen otros padres— contesté.

—Yo también pero si tuviera que darles algún azote de vez en cuando para que se comporten bien no me importaría hacerlo— dijo él.

—¿Te parece bien pegar a un niño?— le pregunté bastante sorprendida por su comentario.

—Solo cuando la situación lo requiera, a mí me pegaban de pequeño y estoy bien— contestó Ken justificándose.

Esta cita no estaba yendo para nada bien.

—Ken, no creo que una relación entre nosotros funcione, lo siento— confesé.

—¿Porqué?— preguntó él.

—Porque no encajamos, tú apoyas el maltrato animal e infantil y yo no— expliqué.

—Mejor unos buenos golpes a tiempo que un niño malcriado— dijo él pero yo no quería empezar a discutir así que decidí finalizar la conversación.

—No opino lo mismo y por más que discutamos no creo que vayamos a llegar a entendernos así que mejor que acabemos con esta cita en cuanto antes— dije.

Ken se levantó de la arena y regresó a la villa enfadado, yo también regresé a mi villa.




Por la noche mis compañeras de nuevo volvieron a jugar a verdad o reto con los solteros ya que Steven había propuesto jugar a eso.

—Ya que Steven es el que ha propuesto jugar a este juego debería ser él el primero que elija a alguien para proponerle un reto o hacerle una pregunta— propuso Hugo.

A los demás les pareció bien la idea así que Steven empezó a pensar a que persona iba a elegir.

—Elijo a Laura— decidió él después de pensárselo durante unos segundos.
—¿Verdad o reto, Laura?— preguntó.

—Verdad— contesté, pues no quería que me retaran a hacer algo que pudiera enfadar a mi pareja.

—Ha elegido verdad, que gallina es— comentó Steven. Yo simplemente lo ignoré.

—¿Me vas a hacer alguna pregunta o no?— pregunté con impaciencia.

Después de pensar durante unos segundos me hizo una pregunta.

—¿Si alguien de aquí llegara a gustarte más que tu novio le serías infiel?— preguntó Steven.

Tenía que admitirlo, era una muy buena pregunta.

—Yo jamás le sería infiel a Matías— aseguré.

—Eso habrá que verlo— dijo Steven.

—Bueno, ¿Ahora a quien le toca elegir a alguien?— preguntó Lorena.

—A Laura porque Steven la eligió a ella— contestó Hugo.

No tuve que pensar mucho a quien iba a elegir.

—¿Verdad o reto, Steven?— pregunté y acto seguido una sonrisa maliciosa se formó en mis labios.

—Reto— contestó Steven.

—Te reto a quedarte calladito durante 24 horas— dije.

—Menuda mierda de reto— opinó Hugo.

Steven asintió en señal de aceptar el reto y permaneció en silencio. No creía que él fuera capaz de quedarse callado durante 24 horas ya que él era muy charlatán.

Mis compañeros siguieron jugando a verdad o reto y yo decidí irme a la cama ya que estaba cansada y no era capaz de pasármelo bien pues no paraba de pensar en Matías y en lo que podría estar haciendo en ese momento.

Al llegar a mi cuarto me fijé en la foto que estaba en la mesita de noche en la cual salíamos sonriendo Matías y yo.

— No me falles porfa— supliqué mientras miraba la foto.




Matías:

Estaba sentado en la arena teniendo mi primera cita con Clara.

—¿Bueno y que es lo que buscas en un chico?— pregunté.

—Busco a un chico sociable, abierto, divertido, fiestero, que le guste salir y hacer planes y honesto— contestó Clara.

En ese momento supe que una relación con Clara no funcionaría, ella quería a un chico totalmente opuesto a lo que yo era.

Continuamos hablando pero yo ya tenía claro que Clara y yo no estábamos hechos el uno para el otro, claramente ella iba a rechazar la idea de tener una relación conmigo en el momento en el que me conociera bien.

Cuando la cita se acabó regresamos a nuestra villa, la gente ahí estaba bailando y pasándoselo de puta madre mientras yo permanecía sentado observándoles ya que no me gustaba bailar enfrente de la gente y la única persona con la que podía soltarme y perder la timidez y la vergüenza era Laura, además no era capaz de abrirme con gente que no conocía de nada.

Lo peor era que no teníamos ni móvil, ni tele, ni libros, ni nada parecido para poder entretenernos en caso de estar aburridos.

Fue en ese momento en el que me dí cuenta de que el tiempo en ese lugar iba a hacerse eterno sin Laura.






















Rumbo a la isla de las tentaciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora