Intentando cambiar el chip

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Laura:

Estaba tirada en el sofá viendo como la gente a mi alrededor se lo pasaba bomba mientras que yo estaba hundiéndome y sentía ganas de morirme. No podía evitar mirar a mis compañeros sin que me invadiera un profundo sentimiento de envidia.

De repente ví como Steven se acercaba hacia mí.

—¿Que te ocurre gatita? Te veo triste— preguntó él en cuanto se sentó a mi lado.

—Estoy preocupada por lo que pueda pasar entre mi mejor amiga y mi novio. Alex es una chica muy atractiva, lo tiene todo para poder conquistar al chico que quiera y si se lo propone puede hacer caer a mi novio en la tentación fácilmente— contesté.

—Ella es tu amiga, no creo que intente tentar a tu novio— dijo Steven. —Por cierto ¿Cuantas barritas te has comido ya?— preguntó señalando los envoltorios de las barritas de chocolate que estaban tirados por el sofá.

—La verdad es que he perdido la cuenta. Es que estoy preocupada y lo único que consigue calmarme un poco es el chocolate— contesté.

—No es bueno comer tanto chocolate— dijo Steven.

Decidí cambiar de tema ya que no me hacía gracia que Steven se metiera en lo que comía o en lo que dejaba de comer.

—Bueno, volviendo al tema de Alex... una vez me contó que hubo momentos en los que sintió ganas de romper nuestra relación— confesé.

Miré a Steven y por la cara que puso supe que la confesión le había sorprendido bastante.

—¿Y si quería romper vuestra relación porqué sigues siendo su amiga?— preguntó.

—Bueno te explico ella estaba en una relación con un tipo bastante tóxico, al cual acabó dejando y durante un tiempo estuvo pasándolo bastante mal por lo cual ver parejas felices no era algo agradable para ella y por eso en un momento tuvo ganas de romper mi relación. Un día me lo confesó, se veía bastante arrepentida por ello y yo entendía perfectamente el hecho de que sintiera envidia al ver parejas felices por lo cual la perdoné— contesté.

Steven se quedó callado durante unos segundos, supuse que estaba procesando toda la información que le había contado. Cuando me puse a reflexionar sobre las palabras que había dicho me sentí mal puesto que Alex me confesó lo que acababa de decir porque se sentía mal por ello, no para que yo fuera contándolo por ahí y mucho menos delante de toda España, pero Steven era cercano, atento, sabía escuchar, se preocupaba por mí y entendía mi situación lo cual hacía bastante difícil evitar abrirme y desahogarme con él.

Pasados unos segundos Steven volvió a tomar la palabra.

—¿Tú crees que Matías y Alex pueden llegar a gustarse?— preguntó.

—Ya se gustan, ví como lo confesaron en la hoguera— contesté.

La cara de Steven era un cuadro en ese momento. Tenía la boca y los ojos totalmente abiertos.

—¿Ya se gustan? ¡Si han estado muy pocos días aquí! — exclamó bastante sorprendido.

—Es que antes de salir conmigo la que le gustaba era Alex y ha admitido que en el fondo le sigue gustando un poco, dijo que ella no era nada celosa—  expliqué y segundos después las lágrimas se deslizaron por mis mejillas.

—Laura, no te preocupes tanto. Todo va a salir bien, estoy seguro—  aseguró Steven.

—Sí que debo preocuparme, yo si soy una chica celosa y temo que por eso me reemplace por Alex— dije mientras continuaba llorando.

—Laura, tú mejoraste la vida de Matías, tú le ayudaste a superar su pánico escénico y cumplir su sueño de ser un bailarín famoso, es improbable que te reemplace porque ninguna chica puede superar eso. Si te deja por otra significa que no es lo suficientemente inteligente— dijo Steven.

Rumbo a la isla de las tentaciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora