Capitulo 09

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Wei Ying recobró la conciencia lentamente. Fue como salir a la superficie después de un salto de trampolín perfectamente realizado. Había un resplandor en su cuerpo, una cierta satisfacción mientras resurgía del nebuloso mundo del sueño.

Sintió algo en la frente.
Sus párpados se abrieron. Unos largos dedos masculinos se movían bajo el puente de su nariz, pasaron por su mejilla y descendieron a su barbilla.
Había suficiente luz natural procedente de la cocina, de modo que podía distinguir en la penumbra al hombre que estaba tendido a su lado.
Estaba totalmente concentrado en explorar su rostro. Tenía los ojos cerrados, el entrecejo fruncido, las gruesas pestañas contra sus pómulos altos y firmes. Estaba a su lado, sus hombros gigantescos le tapaban la vista de la puerta de vidrio.
Dios Santo, era enorme. Y macizo.
Sus antebrazos eran del tamaño de los muslos de el. En su abdomen estaban resaltados los músculos de una forma espectacular. Sus piernas, gruesas y musculosas. Y su sexo era tan grande y magnífico como el resto de su cuerpo.

La primera vez que se había acercado a el desnudo y tuvo oportunidad de tocarlo, quedó impresionado. No tenía ni rastro de vello en el torso ni en los brazos o piernas. Sólo piel lisa encima de músculos de acero.
Se preguntó por qué se afeitaría completamente, incluso allí abajo. A lo mejor se trataba de un culturista.
Aunque la razón de hacer el Full Mona, con una navaja de afeitar era un misterio.

Las imágenes de lo que había pasado entre ellos le resultaban un tanto imprecisas. No podía recordar exactamente cómo había entrado en su apartamento, o lo que le había dicho.
Pero todo lo que habían hecho en posición horizontal era endiabladamente vívido.
Lo cual tenía sentido, ya que él le había hecho experimentar los primeros orgasmos de su vida.
Las yemas de los dedos giraron sobre su barbilla y subieron a sus labios. Le acarició el labio inferior con el dedo pulgar.

-Eres hermoso -le susurró. Su ligero acento le hacía arrastrar las erres, casi como si estuviera ronroneando.
Bien, eso es razonable, pensó el. Cuando él la tocaba, el se sentía hermoso.
La boca de él se posó sobre la suya, pero no estaba buscando nada. El beso no era una petición, sino un gesto de agradecimiento.
En alguna parte de la habitación, sonó un móvil. El timbre no correspondía al suyo.

Él se movió tan rápidamente que el dio un respingo. En un instante estaba a su lado,
y al siguiente junto a su chaqueta, abriendo la tapa del teléfono.
-¿Sí? -La voz que antes le había dicho que era hermoso había desaparecido. Ahora gruñía.
Wei Ying se cubrió el pecho con la sábana.
-Nos reuniremos en casa de Fing dentro de diez minutos.- Colgó el teléfono, volvió a dejarlo en la chaqueta y recogió sus pantalones. Aquel intento de vestirse lo hizo volver un poco a la realidad.

Dios, ¿realmente había tenido relaciones sexuales, verdaderamente alucinantes, con un completo extraño?
-¿Cómo te llamas?-le preguntó.
Cuando se estaba subiendo el pantalón de cuero negro, tuvo una magnífica visión de su trasero.
Wangji.-Se dirigió a la mesa para recoger sus gafas. Cuando se sentó junto a el, va las tenía puestas- Tengo que irme. Tal vez no pueda volver esta noche, pero lo intentaré.
El no quería que se fuera. Le gustaba la sensación de su cuerpo ocupando la mayor parte de su cama.
Extendió las manos hacia él, pero las retiró. No quería parecer necesitado.
-No, tócame-dijo él, doblándose hacia abajo, exponiendo con placer su cuerpo hacia el.
Wei Ying colocó la palma de la mano en su pecho. Su piel era cálida, su corazón latía de forma regular y acompasada. Notó que tenía una cicatriz redonda en el pectoral izquierdo.

-Necesito saber algo, Wangji.-Su nombre sonaba bien, aunque le resultaba ligeramente extraño- ¿Qué diablos estás haciendo aquí?
Él sonrió un poco, como si le gustara su recelo.-Estoy aquí para cuidar de ti.
Bueno, se podía decir que lo había hecho. - Wei Ying. Me llaman Wei Ying.
Él inclinó la cabeza. - Wei Ying.
Se puso de pie y alcanzó su camisa. Recorrió con las manos la parte delantera, como si buscara los botones.
El pensó que no iba a encontrar muchos. La mayor parte se encontraban desperdigados por el suelo.

La hermandad oscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora