CAPÍTULO 2. EL NIÑO

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DIN

Si hay algo que odio en este mundo, es a los putos droides.

Miro a mi alrededor, pero por suerte, solamente hay uno, el encargado del bar.

—Un cuenco de sopa para el niño —le ordeno al droide, mientras coloco al pequeño sobre la silla.

Saco un mapa de la bolsa y lo estudio con atención. Cuando llevo unos minutos sin encontrar nada, me reprendo a mí mismo. ¿Qué se supone que espero encontrar? ¿Un cartel con letras gigantes y una flecha que ponga "Guarida Secreta de los Jedi"?

Arrugo el mapa con rabia y lo tiro al suelo.

El niño me mira con sus enormes ojos y emite uno de sus característicos ruiditos divertidos.

—¿De qué te ríes pequeña rata womp? —le pregunto frustrado. —Tengo que encontrar a los tuyos y llevarte con ellos —le explico.

El niño pone la cabeza de lado, estirando sus enormes orejas, lo que me provoca una pequeña carcajada.

¿Sabía lo que me estaba pidiendo la Armera cuando me ordenó entregar a este niño a los Jedi? Todo el mundo sabe que desde que se ejecutó la Orden 66 habían sido exterminados prácticamente todos.

Un pitido me pone en alerta. Examino la taberna con la mirada rápidamente, pero no parece haber ningún cazarrecompensas cerca. Suelto un suspiro de alivio.

Mi corto momento de tranquilidad se ve interrumpido por el ruido de la puerta de la taberna abriéndose lentamente, y mis ojos se clavan en la figura de la desconocida que se queda ahí parada.

El ruido y bullicio de la taberna se desvanecen en un segundo, cuando mi mirada se dirige a ella, como si todo lo demás hubiera quedado en segundo plano. 

La deslumbrante desconocida desprende un halo de seguridad en sí misma abrumadora. Su cabello oscuro cae sobre sus hombros, enmarcando un rostro de rasgos perfectos y labios tentadores. Sus ojos de un azul profundo y misterioso, capturan mi atención de inmediato.

Cada paso que da es elegante y seguro, como si tomara el control de cada movimiento que hace. Su presencia irradia una combinación de confianza y magnetismo que me deja sin aliento. Es la mujer más jodidamente atractiva que he visto en mi vida.

Mi mirada recorre cada centímetro de su cuerpo, sin poder apartar los ojos de ella. Observo la forma en que los pantalones de cuero negros se ajustan a la perfección a sus curvas, y cómo su top, demasiado corto, deja al descubierto su abdomen y su perfecto escote.

"Contrólate, joder. Llevas demasiado tiempo sin estar con una mujer, Din", me reprendo.

Destellos de luz y oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora