Zev no quería saber nada de mi. No me dirigía la palabra y las pocas veces que había conseguido cruzarmelo por los pasillos me había ignorado completamente.
¿Por qué no me hacía caso?
Por mi desinterés o por el suyo.
Tenía varias sospechas de que, después de haber conseguido llevarme a la cama, ha pasado de mi como de la mierda.Esta mañana, me había saltado una clase para visitar el cuarto de Zev con la esperanza de que estuviera.
—¿Zev?
Toqué varias veces pero nadie respondía, en cambio, la puerta se abrió despacio. Bueno, al menos registraría un poco.
Comencé a husmear entre las cosas de Zev. Tenía los cajones llenos de ropa arrugada y toda revuelta. En su mesita de noche tenía restos de dulces y latas de cerveza vacía ¿Este chico no limpiaba? Estoy segura que la respuesta a esa pregunta sería bastante ingeniosa, algo similar a: alimento el hábitat de pobres animales que viven en la pulcritud.
Tarado.
Entre mierda y mierda encontré una carpeta roja con un montón de papeles dentro. Al contrario de todo lo demás, esto si lo tenía ordenado y bien limpio. La curiosidad se apoderó de mí y leí lo que estaba escrito en una de las páginas:
«...la noche oscura caía sobre ella el día que la conocí. Muchas personas dirían que la casualidad no existe, yo digo que era tan inocente e inoportuna como lo era ella»
«Su nombre quedó grabado en mi interior»
«...había cometido el error más grande de mi vida...haberme enamorado de ella. Me esforcé por demostrarle la mejor versión de mi aunque eso no sirvió de nada. Entendí que esa necesidad de amor ajeno era una incapacidad de amarme a mí mismo...»
Contuve las lágrimas sin poder creer lo que estaba leyendo. Era evidente que el escrito trataba sobre nuestra relación, sobre nosotros y yo aún dudaba si el me quería. Antes de que pudiera tener alguna reacción, la puerta del cuarto se abrió bruscamente.
Afortunadamente me dió tiempo a esconderme. Creía que Zev me había pillado infraganti, pero para mí sorpresa era otro chico: uno de pelo castaño que se estaba morreando con otro tío.
Oh, vale, eran gays. Aproveché la situación de calentura homosexual para salir del cuarto sin que me atraparan. Di un último vistazo antes de irme, se lo estaban montando de puta madre estos dos. Llámenme morbosa pero lo de voyeur no lo descartaba.
La siguiente clase era con Abel, el profesor de matemáticas. Mientras el explicaba una de las tantas mierdas que enfrenta la asignatura, yo no podía dejar de pensar en el escrito.
Si me había pasado por la cabeza la remota posibilidad de que estuviese pillado de mi, pero muchas veces me había dejado claro que sus intenciones conmigo no iban más allá de una amistad ¿Acaso mentía? La evidencia lo confirmaba.Saqué el cuaderno de dibujo para desestresarme un rato. Los trazos y las líneas se me iban de las manos formando horribles garabatos que estrujé y deseché.
—Forbes—la mención de mi apellido me hizo volver en si y atender al profesor—¿No le interesa la matemática?
Dudé por un momento en responder.
—No.
Se escucharon varias risitas de los estudiantes.
—Forbes, dando la nota como siempre—opinó Ava, la nueva conquista de Dante. Parece que estaba un poco celosa porque cuando ella quería con Dante, el quería solo conmigo.
—La matemática me parece una pila de números y cálculos innecesarios que no me van a servir de nada—zanjé dejando el lápiz.
—¿Eso crees?
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Afterlife
Teen Fiction¿Qué tan tangible puede llegar a ser el dolor? "De tanto perder aprendí a ganar, de tanto llorar ya ni siquiera duele. Conozco tan bien el piso, que ya solo miro al cielo, toque tantas veces ese fondo que una vez que vuelva a caer se que volveré a s...