Capitulo 14

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—Soy todo oidos—murmuró Zev cruzando los brazos y mirándome con desprecio.

—Tenemos que arreglar las cosas...

—Creo que no.

—¿Crees que no?—alcé una ceja—no vamos a estar ignorandonos toda la vida.

—No sería un mal plan.

—Zev, por favor—dije casi en susurros. Me costaba muchísimo la idea de perderlo para siempre—nosotros somos amigos y...

—Yo no quiero ser tu amigo, Kya y no lo entiendes—me cortó—quiero estar contigo.

—No es tan facil—intenté usar esa excusa barata que no me funcionó para nada.

—¿Por qué?—contraatacó—¿Por qué conmigo te lo piensas dos veces y Dante a la primera de cambio ya estaba metido entre tus piernas?
No sé si fue un acto reflejo o instinto pero le metí una bofetada que sonó bastante fuerte. Su cara de odio máximo cuando me miró me produjo miedo.

—¿Sabes lo que creo? Que me utilizaste como excusa para poder perdonar a Dante porque aún sigues pillada de él.

—¿Que dices?

—Ojo por ojo, Kya—dijo.

—No tienes ni idea.

Sus palabras más que inciertas, eran dagas clavándose en mi estómago. Cualquier persona podía hablarme y mirarme de esa manera sin que me pudiese perjudicar pero no Zev, él no podía despreciarme de esa forma sin que algo dentro de mi se rompiese.

—Al final, tu no tienes la culpa—se limpió una lágrima con el puño—la culpa la tengo yo por creer que lo nuestro podría llegar a ser.

—Las cosas no son así...

—No te preocupes, Kya, yo seré capaz de sacarte de mi vida como si nunca hubieses estado en ella.

Y dicho esto se marchó. Dejándome con un montón de preguntas en la cabeza, una cara llena de lágrimas y el corazón medio descosido.

Isa fue tras el y Deme se paró a mi lado, prendió un cigarrillo y soltó el humo. Me lo brindó, lo miré dos veces y acepté.

Cogí el cigarrillo y me lo metí en la boca para aspirar. Fue una sensación no tan desagradable en aquel momento.

—Zev habla mucho de ti—mencionó sin sentido alguno—siempre saca tu nombre en alguna de nuestras conversaciones.

No dije nada, tampoco tenía palabras para hacerlo.

—«Kya esto» «Kya, lo otro» Te quiere pero no sé lo pones nada fácil. Incluso, no le has dado motivos para quedarse y aún así, ahí sigue, detrás tuyo...

—¿Para que me cuentas todo eso?—farfullé mirándolo directamente. El mantenía un tono de voz ligero, de esos que exasperan a cualquiera.

—Porque en el fondo se ve que le quieres pero no sabes cómo demostrárselo—dio una quinta calada a su cigarrillo y expulsó el humo en mi cara.

—Tu no sabes nada.

—Se más de lo que tú te crees—me pasó el cigarrillo—¿Cuando vas a decirle que te gusta?

Me puse de pie y le di una calada—Cuando tú seas capaz de decirle a tu novia que eres gay—y solté el humo.
Observé la forma en la que cambiaba de angel cordial a diablo irascible.

—¿Que acabas de decir?

Uy, eso había sonado demasiado mal para mí gusto.

—Maricon, bujarra, margarita, homosexual, desviado cómo quieras llamarlo.

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