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Veintiocho días antes.

—Hola, getze—dijo esa voz conocida desde hace una semanas.

Sin más remedio Getze volteo a encarar su rostro, siempre cuando se lo encontraba iba acompañada por sus amigas o en grupo. Esta era la segunda vez que estaban ellos dos y nadie más.
Ni siquiera el coordinador se encontraba ya que que se suponía que debía estar en su oficina.

—Hola, Alejandro—dijo Getze, tragando saliva ante aquel encuentro—¿no sabes dónde esta el profe Jaime?

—No, pero que bueno que te encontré a ti.—Él por su parte, después de tantas veces observándola, sentía que había algo en esa chica que realmente lo cautivaba.

Tal vez era porque había escuchado de sus compañeros, hablar de ella o ella misma era un misterio, del cual quería descubrir.
El amaba los misterios, literalmente.

—¿A mi?—pregunto confundida.
"Sólo dile que te gusta" pensó Alejandro, pero pensarlo era fácil sin embargo decirlo no lo era.

—Bueno es que....—"vamos, sólo dilo" gritaba en su mente.— Es que te habla la profa Alejandra, dice que vayas.

Dijo por fin, como toda mujer Getze se veía venir algo más que un mensaje de la maestra Alejandra.

Getze sintió un alivio y le agradeció por decirle.
Y se fue.
Poco tiempo quedaba para disfrutar del placer de observarla a hurtillas.

Sonó la campana que anunciaba recreo.

Getze tomo su almuerzo sin embargo su cabeza no paraba de darle vueltas a lo que había ocurrido en la mañana incluso debido a eso se le olvido encarrerarse a ganar una de las esquinas en aquellas mesas azules de la cooperativa esa era una de las tantas costumbres divertidas que compartía con sus amigas.

Incluso Sofía, había notado que estaba extraña pero opto por no preguntar nada. Sofía y ella se había vuelto buenas amigas  de la noche a la mañana, antes eran amigas pero ahora con ella era la que sentía mas confianza para contarle esos detalles de su vida.

Mientras comían como todos los días, no era más que otro día bochornoso en aquellas mesas, en donde lo menos que falta es que alguno de tus amigos comience a hablar de narices o comience a hacer que se te quite el hambre con sólo abrir su boca.

Cuando la oportunidad se presentó, Getze le contó a Sofía lo que había sucedido. Sofía era mas que una buena compañera, era una amiga en la quien confiar.

Y como siempre no se perdía el momento en el recreo en el que ella y aquel chico fueran objetos de burla para todos aquellos que sospechaban de aquel amor.

Las 3:00 de la tarde y Alejandro ya se encontraba frente al ordenador de su casa, buscando en las redes sociales a Getze.
Recordó que una vez su mamá le dijo, que cada vez que que se la pasaba fantaseando era una forma rara de evadir la realidad.
Pero para Alejandro fantasear era un modo más agradable de acercarse a ella. En su caso fantasear con pasar una tarde agradable con ella, conociéndola verdaderamente.

Por fin, la encontró y no pudo evitar levantar la comisura de sus labios al ver esa foto de perfil que tanto había esperado ver.
No espero ni un segundo más y mandó su solicitud, esta vez resolvería el misterio de otra manera.

El reencuentro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora