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***

Escuchaba el tick-tack de reloj una y otra vez, sabía que en unos minutos no lo escucharía más así que no hizo nada por alejarse o detenerlo.
Así como lo hizo él con ella.

Antes de hacer su cometido decidió hacer su última llamada.

No fue a a sus padres por que a ellos no les interesaba lo que le sucedía.

Estaban tan ocupado en sus vidas que no tenían tiempo para ella.

Tomo el teléfono y llamo a su prima. Con ella había compartido gran parte de su vida y era como su segunda hermana.

Incluso más hermana que la que había tenido.
Su hermana a comparación de ella no le contaba lo que hacia y lo que más le dolía era que la hubiera abandonado cuando la amaba tanto.

Ahora ya entendía que a la gente no le importaba el resto, eran tan egoístas que creían que sus problema eran únicos y acababan envueltos en ellos hasta desaparecer.

El teléfono dio su tercer pitido. Entonces alguien contesto en la otra línea.

-Bueno ¿Qué paso?-contesto una voz femenina al otra lado de la línea. Eran las 3:45 de la mañana era obvio que su prima se acababa de levantar.

-Soy yo tu prima. Por favor no hagas preguntas y déjame a hablar, tengo tantas cosas que decirte y tan poco tiempo para hacerlo.-Murmuro mientras se imaginaba como su prima asintió al otro lado de teléfono.

-Estoy cansada que todas las personas que he amado me abandonen. Sabes incluso he intentado localizarlo a él pensando que al encontrarlo volvería a ser feliz sin embargo ahora lo odio.
El era igual de egoísta que mi hermana. Nunca pensaron que iba a necesitar de ellos. Y los odio por igual, tu eres la única persona que tengo y espero que al contarte esto hagas algo por mi.
Me tengo que ir. Para siempre.

-¿Que? Gemma ¿que piensas hacer? Por favor no comentas ninguna locura, no seas igual que tu hermana. ¡Gemma!

Y entonces colgó.

***

El olor a incienso invadía todo el lugar.

Y la oscuridad gobernaba en aquel lugar.
Alejandro intentaba asimilar a donde se encontraba una vez abrió los ojos.

No recordaba ni siquiera como había llegado allí ni cuanto tiempo llevaba dormido.
El piso de aquel lugar esta cubierto por una capa de polvo que delataba que era un lugar abandonado.

Parecía una casa pero la oscuridad no le permitía ver más que sombras.

Cuando intento moverse, sintió la presión de una cuerda en sus dos manos que estaban sujetas a un pilar.
Moverlas sólo le hacían crear dolor.

Sus pies al igual que sus manos estaban entrelazados con una cuerda gruesa.

Esto fue suficiente para que Alejandro comenzará a temer de la situación en que se encontraba.
Cuando intento moverse de nuevo, noto algo extraño en su pierna.
La torció para ver la extraña marca que yacía en su pierna.

Era difícil observar algo entre la oscuridad pero si su vista no le jugaba una mala broma era una G la que tenía tatuada en la parte inferior de su pierna.

Todo esto parecía una locura, cuanto más intentaba recordar lo que le había pasado sentía la palpitación en su cabeza, como si esta quisiera explotar.

Palpó su frente y en efecto un chichón sobresalía de su frente. Como si lo hubieran golpeado, pero lo único que recordaba era la pelea con Yahir sin embargo no recordaba haberse ganado ese golpe en la frente.

Tenía que pensar y ser muy inteligente si quería salir de ese lugar.

La primera opción era gritar pero era muy probable que fuera de noche y su captor estuviera dormido.

Y si lo despertaba era seguro de que las cosas se podrían peor. Así que decidió palpar en sus alrededores para comprobar que hubiera algo útil para romper las cuerdas.

Sus esperanzas aparecieron de nuevo cuando sus manos atraparon algo.
Era una astilla o al menos eso parecía.
"Bueno de algo servirá" pensó Alejandro.

Muy en el fondo sabía que la locura de G había pasado sus límites tanto hasta convertirse en un secuestro.

Quería quedarse a ver quien era esa persona detrás de la G.
Sin embargo tampoco quería quedarse con una persona loca o fuera de si para que le hiciera dañó, si lo odiaba como tanto había redactado en sus cartas.

Tantas películas que había visto de suspenso tenían que servir de algo.

Empezó a empujar la astilla hacia la cuerda.
Cuando escucho rechinar la madera contra el peso de unos zapatos.
Alguien bajaba las escaleras de aquel lugar.
Alejandro intentó agudizar su oído para saber que tan cerca se encontraba.

De nuevo se le vino una idea a sus mente.
Podía hacerse el dormido y así descubrir quien estaba detrás de esto. Sin tener que lidiar frente a frente.

Aunque muchas preguntas corcomían en su mente y quería respuestas.
Sus ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad y divisó una sombra de una persona entre tantas sombras.

-Me alegra que ya te hayas despertado-dijo la voz entre las sombras.

Como era posible que la persona entre las sombras lo podía ver y el no a ella.

-¿Tu eres G?-pregunto Alejandro con cierto rencor en su voz.

-¿Esa es tu pregunta? Creí que ibas a preguntar algo más a normal, algo como; ¿dónde me encuentro?

-¿Y me lo dirías?

-No, por eso me alegra que no lo hayas preguntado.

-Y bien ¿eres G?

-No, G es la inicial de un nombre.

-¿Tu nombre?

-Creo que se acabo el tiempo de las preguntas.

-¿Qué piensas lograr con todo esto?-exclamo Alejandro en su dirección.

-Lo mismo que tu lograste con una persona.

Era claro que ninguno de los dos estaba en la misma sintonía.

-¿Qué persona? ¿Y por que no me dejas verte?

-Bueno eso te toca descubrirlo a ti, no creas que te voy a dar todas las respuestas con sólo preguntar.

-No entiendo, ¿quieres dinero? ¿Qué es lo quieres?

-¡Que sufras, sólo eso quiero y te arrepientas de lo que le hiciste!

-Pero ¿como? Si tan sólo me dijeras...-, grito Alejandro pero ya era tarde, la sombra desapareció.

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Había pasado 2 días de la clausura y las vacaciones daban un buen comienzo ese día lunes.

Getze aún recordaba el extraño momento, donde en lo que resto del evento ya no lo había visto.

Tal vez se había ido después de su participación de la escolta.

Pero era extraño, tal vez había tenido falsas esperanzas de que fuera a felicitarla o algo así.

A parte de que no tenía un bonito recuerdo de su clausura, sobretodo cuando el evento comenzó.

Así que decidió olvidarse de eso, ya eran vacaciones y lo más seguro era que no se fuera a encontrar con ninguno de los dos.

El sonido de su celular la saco de sus pensamientos.
Era un mensaje de un número desconocido.
Lo cual era extraño así que limito a ver de que trataba.

"Tu eres la siguiente, voy por ti"

El reencuentro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora