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Dieciséis días antes.

Tenía ganas de saberlo todo, con sólo recordar como iba con aquel chico de su salón platicando con un brillo en sus ojos que delataba aquel enamoramiento.

"Hola :) " tecleo en su celular, aunque le doliera la verdad moría por saber como alguien había tenido más agallas que él.

Sin embargo ella no contesto.

Tal vez tenía mejores cosas que hacer o estar con mejores personas que él.

Alejandro decidió aprovechar el tiempo perdido en la búsqueda de su misterioso remitente de las cartas.

La primera impresión que daba era que era una chica, las chicas tenía más creatividad o ingenio para eso.
Sin embargo ¿Qué clase de chica lo odiaría tanto para hacer semejante cosa?

Alejandro no recordaba a verle hecho algo malo a nadie excepto a su hermanito pequeño.

Pero él no formaba parte de su lista de sospechosos.

En ese momento a Alejandro se le ocurrió una idea. Con la cual descubriría de una vez por todas al tal misterioso G.

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Quince días antes.

Llego temprano, para realizar su plan.
Metió la hoja de papel con el mensaje dentro de su mochila.

Lo demás estaría listo cuando recibieran la clase de inglés.

Todos comenzaron a marcharse a su clase.

Entonces aplico la segunda parte de su plan.
Tomo la cámara que le había pedido a un tío suyo y comenzó a buscar un lugar seguro y práctico para tener un amplio panorama estando oculta para los ojos del remitente.

Se estaba arriesgando a que se la robaran pero no le importaba correr el riesgo.

Una vez encontró dicho lugar, se alejó de su salón, esperando a su víctima.
La hora había pasado muy rápido para el gusto de Alejandro, y nadie de los de su salón había desaparecido en el transcurso.

Tal vez hoy no era el día adecuado para su plan.

Al bajar las escaleras hay estaban de nuevo esos dos, la chica por la que se había interesado (por no decir enamorado) no quería ni pensar que esa locura del amor había pasado por su cabeza tan si quiera.

—Hola Getze— la saludo con cierta decepción en su voz. Siempre le gustaba saludarla cuando estaba sola, sin embargo la emoción le gano y quería al menos escuchar su voz.

—Hola—dijo y viendo con complicidad a su acompañante.

Los dos se veían como si ocultaran algo o tratándose de guardarse algo para si.

Esa fue la gota que derramo el vaso y decidió marcharse, había otras cosas que no debían dejarse a esperar.

Ingreso a su salón, con la esperanza de que su cámara hubiese captado algo.

Reviso y al parecer había algo extraño en ella; la dirección en la que apuntaba era diferente a lo que había grabado en ella.

Por supuesto alguien la había movido. Y por cuarta vez decidió abrir su mochila esperando la cuarta carta, hecha con odio.

Sin embargo no era una carta ni otra extraña caja misteriosa.
Era peor, si le encontrabas significado al objeto.

Era una rosa.

                                                ***

Con cautela abrió la puerta, inspeccionando que no hubiera nadie dentro.

Entro vacilando y después de unos fugaces segundos cerró la puerta y se apresuro.

Abrió la mochila y su intuición le decía que algo andaba mal y al ver aquella nota, lo supo.

"No se que te hice para que me odies tanto, pero al menos dilo a la cara y no enviando cartas anónimas. "

Esa sólo era la carnada, dudaba que Alejandro sólo hubiese perdido su tiempo haciendo una carta donde claramente no recibiría respuestas.

Por otra parte, esto significaba que ya estaba resintiendo el acoso por dichos mensajes de odio y esto hacia de su venganza más satisfactoria.

Su ojos fueron a parar inmediato a la cámara oculta en el escritorio.

"Eres muy listo, pero no tanto como yo" pensó.
Borro la grabación donde aparecía y la dejo grabando en otra dirección para disuadirlo.
Y metió la rosa en la mochila y sin más se fue.

                                              ***

"Todo lo que intentaba hacer le salía mal" repetía Alejandro para sus adentros.

Pero justo se topó con la persona que formaba parte de sus problemas. Aquel chico, aquella rosa, aquella decepción. Todo eso regreso a su mente.

—Hola, Paco.—Le saludo, a pesar de todo.

El reencuentro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora